No hace falta que sea verdad, hace falta creer que hay esperanza; hay que luchar por ella de espaldas a la propia verdad de una realidad impuesta. Su verdad, la de ellos, es la que no nos sirve; nos sirve nuestra esperanza, esa que tenemos que crear y hacer grande entre todos.
No acepto más ese discurso de paternal comprensión ante mi rebeldía; ese torcer la cara con superioridad y condescendencia para declarar que el mundo no va a cambiar, que la realidad se impone. La realidad nos la imponen los que han descompensado la batalla, los matones de patio de colegio que se ven sin freno y sin autoridad que vigile para reprimir su tiranía.
Y un cuerno que no se puede hacer nada: ellos lo han hecho y ahora van ganando, pero hay que demostrar que esto no ha acabado, que la lucha continúa con otras reglas y con otras estrategias, pero continúa la pelea del hombre por ganar su propia dignidad y conquistar su destino.
Es verdad que están demostrando que el avance lineal de la historia es un mito, que las fuerzas de la reacción han tomado tanto impulso que han conseguido parar la evolución y llevarnos hacia atrás, pero la marea debe cambiar. La humanidad encontrará otro sueño; alguien levantará una bandera que muchos seguirán para luchar a su lado y la lucha será dura y sangrienta, pero el futuro no se ganará si ese futuro no es para el hombre, de eso se puede estar seguro.
El futuro llegará, pero lo que sí es verdad es que ahora mismo desconocemos el color de la bandera que moverá la esperanza; la idea que abrirá las ventanas y hará que corra el aire del cambio, pero llegará y el hombre renacerá con la esperanza. Habrá que alimentarla y hacerla crecer; habrá que protegerla de aquellos que querrán cortar su tallo, pero habrá sangre nueva y generosa para regar sus raíces: la victoria siempre ha llegado manchada con la sangre de los mejores y esta vez no será diferente, que el enemigo se ha hecho fuerte y ha crecido con nuestro miedo y nuestra indiferencia.
El futuro ha de llegar, seguro, pero hoy hay que poner todas nuestras fuerzas a luchar por la esperanza: necesitamos saber que la esperanza es posible.
Cuando la vida te hapegado duro, ha roto tus juegos de niña, ha destrozado tu juventud y te ha seguido machacando, solo puedes encontrar alegría y disfrutar de lo bueno que el destino te vaya regalando, si mantienes encendida permanentemente la llama de la esperanza y sabes darle sentido a lo que haces. Si te has marcado un objetivo y luchas por cumplirlo, puedes ser muy feliz a pesar de todo.
ResponderEliminara.m.