"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto,
y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante."
Oscar Wilde
Hace unos días escribía sobre cuestiones intrigantes acerca del tiempo y ahora, cuando la vida me ha deparado uno de esos momentos en los que debemos hacer el esfuerzo de repensarlo todo, el tiempo se vuelve a asomar violentamente a este blog. El tiempo es un miserable rastrero que se mueve sin que lo percibas, poco a poco, como si no pasara nada, pero engaña y cuando vuelves la vista hacia donde debería estar todo, exactamente al sitio en el que tus recuerdos y tu emotividad te llevan con mano segura, allí no hay nada y todo se ha movido hasta un punto imposible de reconocer.
Este fin de semana he tenido una de esas experiencias, un golpe de realidad lanzado contra el recuerdo físico que mi memoria almacenaba sobre mis hijas. Me imagino que es algo que a todos nos pasa cuando pensamos en nuestros seres queridos, en nuestros amigos y, de forma más explosiva, en nuestros hijos. Lo notas cuando piensas en lo que eran, hace años, los hijos de tus amigos, pero el golpe no es tan fuerte como cuando la realidad te asalta con la verdadera imagen y naturaleza de tus propios hijos.
Algunas veces nos sorprende que nuestras madres sigan pensando en nosotros y en nuestra capacidad de deglutir alimentos como si conserváramos la actividad de los veinte años; o cuando nos alargan un papel con una letra minúscula incapaces, aún, de asimilar que sus hijos no ven ni torta y que las gafas son imprescindibles. Eso me pasa a mi con mi madre, pero es que yo ya tengo cincuenta y dos y siempre creo que ya debería haber tenido tiempo para acostumbrarse a mi decadencia, pero este fin de semana he podido interiorizar el permanente fracaso que me aguarda a mi mismo con respecto a mis hijas.
No diré que las veo como cuando tenían dos años, que no e seso: soy muy cuidadoso y voy cambiado los libros de instrucciones de manera periódica, de forma que la “mirada mental” es la adecuada para las edades, no es ese el problema. El problema viene cuando, sin avisar, la imagen física de la edad mental te asalta a traición.
Eso me ha pasado a mí en estos días, que mis hijas, la parte puramente física de mis hijas, se ha revelado de golpe y me ha dejado en un estado de perplejidad absoluta, así que el tiempo ha explotado de repente con todo su esplendor. Juro que es imposible que haya pasado tanto tiempo en tan pocos segundos...de verdad.
P.D. No pongo las fotos para no dejar constancia de tan luctuoso acontecimiento. Amigos y conocidos pueden solictar las pruebas, pero jurando que no serán crueles.
Por qué no se publican los comentarios ?
ResponderEliminarDecía antes que no puedes hablar de fracaso por el hecho de que, de pronto, te das cuenta de que tus hijas han evolucionado tanto que ya no puedes llevarlas en ls palma de tu mano. Es verdad que el tiempo vuerla y que nos cuesta mucho asimilarlo. Mi tiempo no importa. Lo maravilloso es contemplar el vuelo de nuestros hijos, de niestros nietos y de nuestros bisnietos aunque, muchas veces, su crecimiento físico e intelectual nos sorprende como un soplo de aire frío. Lo importante es poder sentir orgullo, satisfacción y alegría "por el trabajo bien hecho". A la vista está y documentos lo atestiguan.
ResponderEliminara.m.