Leire Pajín y Leon de la Riva: la primera sufre los comentarios del segundo, que luce el machismo rancio, antiguo y casi genético de alguien traicionado por su verdadera condición.Una pena.
Estos días de turbulencias y sobresaltos, cuando todo el panorama político se mueve a un ritmo frenético y un poco espasmódico, siempre en respuesta a la demanda de frases grandilocuentes pensadas con la intención para ser esculpidas en mármol, me parece que nuestros sabios próceres harían bien en meterse un zapato en la boca y no dar lugar a que el personal se de cuenta de su verdadera altura intelectual y moral.
Los cambios de gobierno dan para mucho: para descalificar al nuevo y enterrar para siempre al caído, al que tampoco en el velatorio hay que dejar respirar. También dan para recordar las flaquezas del recién llegado o las ironías de la vida: Trinidad Jiménez, suspendida dos veces en los exámenes de acceso a la escuela diplomática, se convierte en la jefona de los que nunca fueron sus compañeros.
También dan estos momentos para darse cuenta de lo frías e interesadas que son las relaciones que la política establece: muchos de los ministros, en teoría cercanos colaboradores del amo del cotarro, se enteraron antes por la prensa y las llamadas de colegas que por la llamada del presidente. ¿Tan mala es la buena educación para la gestión de las crisis? Los ministros deben saber que su vida depende de la flaca voluntad del presidente, pero eso no excluye que se sea mínimamente educado con el que, prebendas aparte, se ha solidarizado con tu proyecto, se ha tragado unos cuentos marrones en su nombre y hecho de cortafuegos para las iras de unos y de otros.
Luego copiaré un escrito que conservé de una de las crisis de gobierno que organizó Aznar que, creo, conserva perfecta vigencia en cuanto a las consecuencias, que no al momento, de conocer las nuevas situaciones, pero quiero hacer una mención especialmente horrorizada sobre el comentario del alcalde de Valladolid, León de la Riva, sobre los labios de la ministra Leire Pajín. Vaya por delante que la atacada no sólo no es santo de mi devoción sino que la considero el paradigma de la decadencia del PSOE. Creo que no está a la altura y que, para determinados históricos del partido, su jerarquía es una ofensa; todo lo cual me da material sobrado para escribir, algún día, una furibunda diatriba contra los resultados de su gestión; que nunca sobre su apariencia física.
Lo que ha puesto de manifiesto el Sr. Alcalde es su absoluto machismo; la profunda convicción de que el único papel de la mujer es esperar a que un macho, más o menos salido, tenga a bien considerar que sus morros, tetas o culo son dignos de que él, soberano dueño y señor de sus actos, tenga a bien pegarle un buen meneo, que la opinión de ella nunca cuenta para nada. Sr.de la Riva: es Vd. un bicho deleznable que, y aquí viene lo verdaderamente grave, no ha sido públicamente linchado por su propio partido; que de los otros paridos ha recibido menos de lo que se merece. En fin, que la cabra tira al monte y el pastor de este rebaño nos ha salido demasiado tranquilo a la hora de soltar los perros.
Copio lo que os he comentado sobre los ex-ministros, que al final, la muerte los iguala a todos y lo de menos es el color del gobierno que los mata.
Muerte a las siete
Esta tarde, a las siete, acaban los sueños de unos y empiezan los de otros. Esta tarde, a las siete, el rey conocerá - eso nos dicen – la lista de los nuevos y flamantes ministros. Me imagino la escena y me falta la presencia de los “ex”, una categoría incierta que está formada de restos, de olvido y de nostalgia.
Estos ex me producen curiosidad: no sé nada de su vida, pero puedo imaginarme la ruina personal en la que quedan sumidos. La mayoría no tienen problemas: el sistema vela por ellos y por sus nuevos puestos en consejos y empresas; pero algunos se convierten en sombras, sostenidos apenas por su propio recuerdo.
Conviven con sus fantasmas de poder, el motor de una carrera acabada en medio, muchas veces, del escarnio más absoluto. Nos acordamos de las recetas de cocido de una y del bichito suicida de otro: ellos así lo quisieron, pero me dan pena.
Algunos dirán que ya quisieran sus prebendas y consideraciones; pero yo no les envidio la losa de recuerdos, esa continua sensación de “ya no ser” que debe acompañar su frustración. Tuvieron poder, “el poder” y ahora son meras figuras decorativas en la “galería de ilustres”. Han caído de la cima como ángeles en desgracia, se han alejado del sol que calentaba sus vidas y habitarán las tinieblas de afuera. Aún a los peores les podemos otorgar el beneficio de una duda que impulsaba su acción: es posible que quisieran hacerlo bien.
Esto es lo único que les quedará de ahora en adelante: tuvieron la oportunidad y se les secó en las manos. Se perdieron en la intricada red de las acciones perdidas y la política es así de cruel. El cuaderno azul no tiene entrañas y su dueño menos. Una vez usado, el ministro vuelve a la nada y ya no es.
Se cruzarán miradas torvas, harán declaraciones mesuradas y correctas. Algunos, incluso, dejarán unas lagrimitas sobre las sobrias alfombras del despacho, pero esta noche, en la soledad de sus cavilaciones, se darán cuenta de que el colchón no se hunde cuando ellos se mueven. Se habrán convertido en la nada y en la nada habitarán sus vidas. Con un poco de suerte, hasta sus sueños se olvidarán de ellos.
acabo de escuchar a la señora Ana Mato que rechaza y critica las declaraciones de su compañero y que considera menos graves pues dicho señor se disculpo inmediatemente.
ResponderEliminarHasta donde llega la disciplina de partido?