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jueves, 4 de noviembre de 2010

Cuestión de fe

La foto, que no tiene desperdicio, nos muestra al nietísimo, único heredero del glorioso apellido por obra y gracia del  peloteo de las Cortes franquistas. Pues eso. 

Leo, sin querer entrar en el desarrollo de la información, que el PSOE habla de que el apellido de los niños puede no ser, obligatoriamente, el paterno. Como es lógico y normal, el PP se opone a la medida, imagino que apelando ala historia, la tradición, el derecho romano y miles de argumentos más. La discusión me gusta, pero me temo que mi postura, tan biologicista como viene siendo habitual en mis argumentaciones, no será demasiado bien recibida ni por unos, ni por otros.
Hace años que, entre risas y veras, lanzo el titular de que “la paternidad es un acto de fe”, lo cual era cierto hasta justo el momento en el que un simple análisis de ADN lo puede poner todo patas arriba y, la verdad, casi mejor que no hubiera llegado esa posibilidad. Total, “pa lo que hay que saber”, casi mejor dejarlo estar. Y es que, bien pensado, el padre y su función, tienen y mantienen una base biológica, pero esta sustanciación queda completamente marginada por la importancia del día a día y por la trascendencia que tiene la enorme carga afectiva que se deposita en los hijos. Eso, sin hablar de la responsabilidad que tenemos en su formación, crianza, desarrollo etc.
Dicho esto, me gustaría que alguien pusiera un argumento de peso para demostrar que la genética es más importante que la costumbre y que no se quiere igual aun hijo biológico que a uno que nos asegurado que lo es. ¿Hay diferencia? Ninguna, ergo lo importante y trascendente para la especie no es el macho, es la hembra, que es la que, impepinablemente, tiene que estar presente siempre, salvo en el caso de Gila, cuya madre “no estaba en casa cuando nació”.
Desde el punto de vista del derecho y su tradición, recordemos la alegría con la que los romanos realizaban adopciones legales para cambiar de bando, posición o estado; que nadie se rasgaba las vestiduras por cambiar de lo que ellos llamaban “gens”, concepto extenso de familia más próximo a clan, pero no nos liemos.
Por último, hay culturas - la judía entre ellas - en las que es la madre la que transmite carta de naturaleza a su descendencia, con o sin la plasmación del apellido; así que también podemos encontrar precedentes en el sentido que se quiera.
Dicho todo esto, ¿me puede alguien explicar la razón de que haya quien se moleste tanto por la posibilidad de que una pareja use los apellidos de los progenitores en el orden que les de la real gana? ¿Se hunde el estado o la civilización occidental? ¿Es malo que si ella tiene mucho cariño a su apellido se use primero el que más rabia les de a los dos? Y por último ¿alguien se acuerda de que en España ya ha habido un precedente en el cambio de orden de los apellidos de una criatura? ¿Alguien se acuerda de que fueron las Cortes franquistas las que autorizaron que el nieto del caudillo cambiara el orden de sus apellidos para que no desapareciera el apellido Franco? La criaturita, que luego las ha montado de todos los colores, se llamó Francisco Franco Martínez – Bordiú, así que en esta España recia, viril, tan devota de lo establecido como la tradición requiere, también se han hecho mangas y capirotes con algo tan serio como la honra de los apellidos inmortales. Hay que joderse cómo nos gusta enredar y convertir en trascendentes lo que no son más que chorradas y convencionalismos formales que no le importan una higa a nadie con dos dedos de frente... cosas de tener tiempo.

4 comentarios:

  1. El comentario es demasiado personal y prefiero no escribirlo aquí.
    Como tengo tu teléfono, Tranbel, te lo haré más tarde.
    Solo te digo que tienes razón.
    a.m.

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  2. Siguiendo tu línea argumental, y desdes el punto de vista más tradicional, hay un refrán español que dice: "Los hijos de mis hijas nietos míos serán, los de mis hijos serán o no". Pues esto es lo que debería valer no??? Si hay un apellido que debe prevalecer es el de la madre. Dicho esto, decir que desde hace ya tiempo uno puede invertir el orden de sus propios apellidos, creo que sólo debes de ser mayor de edad y no sé si además afecta a todos los hermanos por igual o se puede hacer de forma individual. Lo que si parece un poco ridículo es que el sr Juez ante un posible conflicto entre la pareja tome la decisión y que el orden se establezca por el alfabeto. Si la medida, y la verdadera razón está basada en la igualdad de género, que sea el de la madre el principal y el que valga realmente. Y por último otra reflexión no puedo imaginar que con la que nos está cayendo se pierda un sólo segundo en el Consejo de Ministros con este tema, y que desde un sitio y otro perdamos el tiempo en un debate esteril, ridículo y pueril.

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  3. Pues eso, cosas de perder el tiempo y perder el foco. Es verdad que la acción de tanto ministro da para mucho, pero es que estas chorradas no deberían pasar el más mínimo control de calidad.

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  4. Que no perdamos el tiempo en chorradas.

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