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sábado, 17 de septiembre de 2011

Cosas que no nos contaron

Mitra, el precursor de muchos de los hechos gloriosos de las religiones mistéricas del Mediterráneo.
Como últimamente se habla mucho de raíces cristianas en varios países, me asalta la pregunta obligada y rebusco en la memoria aspectos que puedan conformar las raíces, geográficas y filosóficas, del propio cristianismo. Cuando yo era pequeñito se nos inculcaba la idea de la originalidad de la figura de Cristo, como si toda su doctrina hubiera surgido ex-novo y poco menos que de la nada.
El miedo del hombre a la muerte y el deseo de organizar su convivencia de la mejor manera posible son tan antiguos como el despertar de nuestra inteligencia y nuestra vida en común, así que la originalidad absoluta es complicada y debería habernos hecho pensar que algo de eso que nos contaban no era del todo verdad.
Si a esa complicada originalidad añadimos el lugar en el que nació todo, veremos que mantenerse aislado de corrientes e influencias en la antigua Palestina, es tan complicado como mantenerse virgen viviendo en un burdel especializado en orgías.
Las rutas comerciales no sólo eran camino de mercancías, que los camellos también iban y venían llevando ideas, mitos, creencias y formas de vida, así que es lógico que en aquel territorio se fueran acumulando posos y gérmenes, de manera que no es extraño que todo ese acerbo de ideas acabara cuajando con diferentes formas y distintas aceptaciones.
El cristianismo oficial que surge del concilio de Nicea es, más que un cuerpo religioso, el perfecto manual de gestión social que necesitaba el imperio. Siglo tras siglo los mitos se fueron sumando; fueron integrando conceptos, ejemplos y acciones hasta llegar al perfecto compendio de elementos comunes aceptados por todos de forma más o menos suave. Como una cosa es hablar y otra concretar, me he tomado la molestia de invertir poco más de un cuarto de hora en hacer un cuadro comparativo con el que comparar los puntos más conocidos y más representativos de los diferentes cultos mistéricos. Sólo de los que hay mas noticias y documentación sobre su estructura e influencia en la zona, que de otros cientos no tenemos tanta información. Este es el resultado:

Son algunos de los hechos más conocidos, aquellos sobre los que se podría construir, sin mucho más aditamento, un mito doctrinal bien estructurado y atractivo. En todos ellos podemos encontrar paseos sobre las aguas, 12 seguidores o apóstoles, multiplicación de alimentos, curaciones de enfermos, obligación de ser buena gente, amar al prójimo y muertos resucitados oliendo más o menos.
Es especialmente significativo el grado de coincidencia entre los mitos de Buda, Mitra y Cristo, pero es que la coincidencia entre Mitra y Cristo es total. ¿Que ventajas aportaba la adopción del cristianismo sobre el mitranismo a la hora de convertirse en la religión oficial? Capacidad de absorción pues el mitranismo, que ya contaba con millones de adeptos, tenía una larga historia y el cristianismo todavía estaba pendiente de cerrar su cuerpo doctrinal para permitir la convivencia con otras religiones y modelos. La violencia de los cristianos contra sus hermanos mayores fue total, algo que podemos comprobar en la Iglesia de San Clemente de Roma, edificada sobre un templo mitraico expropiado por los adeptos de la nueva religión.
Así pues, blanco y en botella: se toma la última en llegar y como todavía está sin terminar, se le complementa con lo que haga falta y quede bien y, ¡voilá!: ya tenemos una religión para todos que no molesta demasiado, que puede asumir calendarios, festividades, mitos, milagros y personalidades para que la gente se comporte bien, acepte el poder divino del emperador y la autoridad moral del vicario de Dios.
Como dice mi amigo Curro, “el producto es cojonudo”, de manera que no extraño que el negocio siga y que nos hayan escamoteado el plagio para hacernos creer en lo que era más conveniente para ellos. Todo eso está muy bien, pero por favor: cuando hablen de raíces tengan en cuenta que tontos del todo no somos. Un poco gilipollas y blanditos, si; pero idiotas del todo del todo, no. Como la sabiduría popular sabe muy bien, “se puede engañar a todos durante algún tiempo; se puede engañar a algunos siempre; pero no se puede engañar a todos siempre”. Pues eso.

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