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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sentencias de muerte

Javier Krahe, genial con su Hoguera ponía de manifiesto
su rechazo a la barbarie.
NO A LA PENA DE MUERTE

La vida nos ofrece muchas veces soluciones simples a problemas complejos; ejemplos y paradojas que confrontan la realidad concreta con los conceptos más abstractos y consiguen que se nos quede cara de tontos. Hoy es uno de esos días en los que el absurdo asalta las páginas de la prensa y pone en evidencia, como siempre, la importancia de mantener los criterios morales intactos e inalienables.
Si nada lo remedia, hoy se asesinará a un ser humano a sangre fría en el Estado de Georgia. Será un asesinato cuya catalogación en el código penal se ajusta a lo que llaman “ejecución de sentencia de la sentencia dictada”. Será a las 23 horas y en ese momento un estado moderno habrá descendido, una vez más, al infierno de la más abyecta barbarie. Dirán lo que quieran los defensores de tal salvajada, pero ejecutar a un ser humano a sangre fría es algo que me cuesta imaginar sin un estremecimiento. Entiendo la ira y la defensa propia; entiendo la venganza ante la certeza del inmenso daño recibido, pero no puedo imaginar la enorme crueldad de saberse instrumento de la barbarie.
A unos cientos de kilómetros de Georgia, en Veracruz, un juicio paralelo y una barbarie montaraz y asilvestrada, también ha sentenciado a muerte y ejecutado a 35 personas, esta vez sin el auxilio del aparato del estado. Para que la cosa cumpliera con la función ejemplarizadora, ha dejado los cuerpos tirados y amontonados en una autopista urbana. Lo ha hecho a plena luz del día y sin esconderse demasiado y dejando ver las secuelas de torturas atroces.
¿De verdad podemos estar seguros de lo que una enorme diferencia entre la vesánica y subjetiva justicia de los narcos de la establecida y solemne justicia de un estado? Cuando se trata de analizar la pena de muerte, nos encontramos ante el absurdo: ninguno de los dos puede reparar el mal causado y eso los iguala debido a la imposibilidad de cumplir con ese principio jurídico básico. Esa es la paradoja que la realidad nos escupe a la cara sin que podamos evitarla.
Por supuesto que no es comparable un proceso y otro; por supuesto que se podría argumentar que cojo el rábano pro las hojas, pero es que la realidad es tan testaruda como lo que acabo de explicar: una justicia que no es capaz de reparar el daño causado por la aplicación de sus sentencias o procedimiento, deja de ser una justicia moralmente aceptable y éticamente válida.
El narco le ha ganado la partida al estado Mexicano y la pena de muerte le gana la mano a la justicia cada vez que alguien es asesinado gracias a ella. Es lo que pasa cuando la venganza se viste con una solemnidad que no le pertenece.
NO A LA PENA DE MUERTE.

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