¿Cuantas cosas han podido vivir
en nuestar vida que no hemos dejado nacer?
Se agotaba el verano y un aire nuevo barría las primeras hojas caídas cuando sus ojos se fijaron en la misma chica que siempre atendía tras el mostrador de la tienda. No había nada nuevo ni en su pelo, ni en su ausente maquillaje: nada en su blanca camiseta de algodón ni en los pantalones de siempre, pero todo fue nuevo en sus miradas y en los silencios cruzados.
Se habían visto muchas veces, uno comprando y la otra atendiendo recatada y silenciosa, ajena por completo a cualquier juego de seducción; se habían visto sin verse, sin emitir señales confusas, ambos ajenos a cualquier corriente o tensión, pero esa mañana de finales de verano ambos supieron que podría haber sido.
¿Sido? ¿Pensado? ¿Deseado? Simplemente pudo haber pasado algo que no pasó, como muchas otras ocasiones en la vida en las que algo puede pasar y no pasa. Son esas cosas que pasan cuando no pasa nada.
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