Obama quiere que los estafadores paguen.
Lo van a crucificar.
Barack Obama se la juega. Tocado por las encuestas y los índices de popularidad, acosado por el Tea Party y con una economía que no le responde, el presidente parece decidido a jugarse la vida demandando a aquellas entidades que tanto daño han hecho a todos. Va contra los bancos y contra entidades financieras que manipularon datos, auditorías y todo lo que hizo falta para subir muy alto; justo hasta el punto en el que la caída tuviera consecuencias casi mortales.
Lo van a despedazar, no lo dudo. Lo van a masacrar y sus despojos serán exhibidos sin rubor por los republicanos, que ya le criticaron por ayudar ya hora le llamarán de todo por atacar el alma liberal de la nación.
Me imagino, y es mucho imaginar, que se habrá asegurado con miles de encuestas, estudios y todo lo habido y por haber; supongo que eso le asegurará un subidón de la intención de voto entre los desheredados y entre la gente normal que se ha visto empobrecida y estafada, pero nadie puede negar que la jugada tiene riesgo. Y el riesgo es tan enorme que para darse cuenta de su tamaño basta con ver la poca cobertura que ha tenido en los medios: silencio, silencio mafioso.
La razón es simple: los medios le deben a los bancos todo, hasta la respiración y no es bueno morder la mano que te deja respirar mientras te aprieta el gañote. Obama no cuenta con un sólo aliado entre los medios importantes, cuyo gremio lideran personajes tan siniestros y definidos como Murdoch, D. Trump y otros de menor enjundia pero con la misma mala leche.
No creo que nos enteremos demasiado bien de todos los pasos y pruebas que los muchos fiscales de los USA han estado reuniendo durante meses, pero casi seguro de que nos van a informar hasta la saciedad de todas las consecuencias negativas de ese juicio. Nos dirán que los bancos son vitales, que un juicio significa desacreditar a la banca en su conjunto, que sin confianza esto se hunde etc, pero lo que nos intentarán ocultar es que todo el proceso se dirige contra los que dirigieron esa estafa: los tiros van contra los malos banqueros, contra aquellos que casi se nos llevan a la ruina.
Morirá con las botas puestas si es que, al final, el juicio se celebra, pero morirá dando un ejemplo que debería cundir: que los estafadores paguen, en la cárcel, una mínima parte del mal que nos han hecho a todos. Ojalá muchos gobiernos siguieran su ejemplo.
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