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viernes, 16 de septiembre de 2011

Margaritas a los cerdos

Injusticias de la vida: uno de los peores directivos
del deporte español disfruta de la mejor generación del baloncesto.
Eso si: presume mejor que el mejor.

Pocas veces escribo de deporte y menos todavía de alguna actuación en concreto, pero justo ahora, cuando casi no hace dos minutos que ha acabado el partido en el que España se ha metido en la final del Eurobasket, quiero dejar escrito que lo que está pasando con la dirección de esta selección es una vergüenza.
La generación encabezada por Pau Gasol y Juan Carlos Navarro se ha visto sometida, campeonato tras campeonato, a un abandono infame que, salvo en el periodo en el que fueron entrenados por Pepu Hernández, clama al cielo. La federación ha dejado a la mejor generación del baloncesto español a los pies de los caballos, con entrenadores que están a años luz de la calidad de los jugadores: técnicos que no son capaces de aportar nada a la dinámica del equipo.
Hoy, Sergio Escariolo debería pedir perdón de rodillas a sus jugadores muerto de vergüenza: no les ha dado nada, y cuando digo nada es nada positivo, que aspavientos, voces y reproches les ha dado a manos llenas.
No hemos visto una defensa elaborada, un sistema de ataque coordinado, no hemos visto nada salvo una nueva consagración de Navarro como un jugador mágico, especial y glorioso. Mientras desde el banquillo no llegaba nada, los jugadores, una vez más, eran capaces de solventar el partido para que José Luis Saez siga presumiendo orondo sin haber hecho nada en su favor, que en contra de ellos lo ha intentado todo: desde fulminar al único entrenador que entendió el baloncesto como ellos quieren jugarlo, hasta buscar los perfiles más alejados de su capacidad.
España ha jugado algún partido como Escariolo ni se imagina que pueda jugarse el baloncesto y hoy, en lugar de estar radiantes, todos los implicados en la hazaña de meterse en la final sabían que los habían dejado solos una vez más. El domingo, como casi siempre, serán ellos los que hablen, los que se conjuren y saquen eso adelante – si pueden – sin que el que ocupa la plaza, que no la función, de entrenador les ayude en nada. Una vergüenza que la federación siga echando margaritas a los cerdos.

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