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domingo, 4 de septiembre de 2011

Fraga:La calle fue suya


Un viaje personal enormemente largo:
del fascismo a la democracia y a lo que hubiera hecho falta.
Un animal político se retira de la arena.
Manuel Fraga se retira. Todos pensábamos que sería la muerte la que retiraría  de la vida política a un político que, antes que nada, ha mantenido el empeño de participar en la Administración del Estado a costa de lo que fuera.
Franquista reconvertido o animal político nacido en el franquismo, creo que Manuel Fraga hubiera sido valido de Luis XV y ministro de Napoleón con la misma tranquilidad intelectual.  En España le tocó formarse en el franquismo y se entregó a la pelea con una pasión animal que luego trasladaría a la democracia con igual intensidad. Su tránsito del fascismo a la constitucionalidad ayudó mucho a la hora de integrar a los tibios en el corral de una democracia en la que jamás creyeron y que ahora vilipendian reivindicando al dictador.
Se adueñó de la calle, de la libertad de prensa y aterrizó en la ponencia constitucional de la democracia con el bolsillo lleno de una proto constitución que ya había parido desde no se sabe cuando. Fundador de AP y refundador del PP se reinventó como Presidente de Galicia y Galicia se enfrentó a un ritmo que jamás había pensado que fuera humano.
Fraga llenó mis primeras inquietudes políticas mezclado con las turbulencias de Montejurra tras llenar de perdigones las posaderas de la hijísima en una cacería. Más de libros y despachos que de exhibiciones cinegéticas, Fraga se va y la política española pierde un elemento con el que ha recorrido años de una moderna historia que algún día será ejemplar.
Se va un elemento único, una cabeza en la que cabía un estado y un intelecto capaz de muchas cosas. Antes de que Windows intentara la multitarea, Fraga leía, escribía, mandaba, se bañaba en Palomares y de paso, como quien no quiere la cosa, se imaginaba un país en el que la gente se entregara a su tarea con al misma intensidad y eficacia que él enseñaba.
Demasiada exigencia realizada desde tanta superioridad. Y no tengo nada más que decir...como él mismo gustaba de cortar sus respuestas a la atemorizada prensa que debía lidiar con sus enfados.

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