El primero en admitir sus errores fue él.
¿Que más da que dios juegue a los dados si el conocimiento avanza?
Anda la ciencia muy revolucionada con la noticia de que los resultados de un experimento amenazan la validez de la teoría de la relatividad de Einstein. Imaginemos, que es mucho imaginar, que los resultados fueran ciertos; que algunos enunciados de la teoría fueran invalidados y que eso significara que hay que construir un nuevo modelo basado en esas nuevas alternativas. No pasaría nada nuevo, pues es lo que siempre ha pasado.
Al contrario de lo que les pasa a los dogmáticos ajenos a la realidad, la ciencia se basa en la ejecución de un método que se hace grande cuando los hechos validan o refutan una construcción teórica. Es igualmente bueno para el conocimiento saber como saber que no se sabe, pues ambas posturas son estables en un momento concreto y a la luz de unos conocimientos concretos.
La física ha vivido revoluciones inmensas y ahora mismo se haya en ebullición, buscando modelos que hagan compatible las reglas que rigen lo muy grande con aquellas que intentan explicarnos lo muy pequeño. Sabemos que lo que funciona para uno no funciona para otro y no pasa nada, no se cae el mundo ni el sol deja de girar.
El hombre ha construido su mundo intelectual sobre retazos, verdades parciales y mucho desconocimiento, pero de vez en cuando acierta con algo y se el edificio del saber cuenta con otro ladrillo con el que recubrir su ignorancia.
Serán otros, como siempre, los que clamen por la certeza, no los físicos, que seguirán su búsqueda con una certeza más o menos, pero siempre, tanto en el acierto como en el error, se habrá obtenido lo más importante: conocimiento. ¿Que más dará que ese conocimiento nos diga que estábamos equivocados? ¿No es esa certeza un avance? Pues eso, hombre, un poco más de calma, que además tampoco ahora habrá mas gente que sepa de verdad que coño es eso de la relatividad especial o general, que tampoco está muy claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario