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lunes, 20 de agosto de 2012

Sharía contra la mujer



Ningún ser humano puede justificar esta salvajada, pero la religión si puede.

El mundo musulmán parece empeñado en una involución que le permita alcanzar el sueño del profeta y convertirse en un sólo estado religioso gobernado por una sola ley emanada de sus preceptos, tal y como algunos se empeñan en reivindicar. Hoy han sido unas declaraciones de un líder de Hamás, pero el sueño es amplio y subyace en muchos de los planteamientos de los Hermanos Musulmanes y en todas las acciones que siguen a los movimientos y convulsiones sociales que hace meses agitan el norte de África.

El Islam organiza y regula tanto la vida personal como la civil; lo individual y lo colectivo en un todo que la mayoría de sus practicantes no quiere separar y algunos otros,los que parecen ser menos, ni siquiera saben como hacerlo. Dicen algunos que la Sharía evoluciona tras la muerte del profeta y que en unos doscientos años se generaron unos cuatro cuerpos jurídicos diferentes y que occidente sólo quiere hablar de los preceptos más duros, de esas sanciones severas en forma de lapidaciones y cortes de mano como castigo a las faltas llamadas hadd, pero todo eso me parece que lo único que intenta es no enfrentarse a una realidad concreta que nos obliga a tomar posturas "políticamente incorrectas" y que afectan tanto al Islam como al conjunto de las religiones.

El Islam y su Sharía aceptan, como un hecho que de forma directa les hace a ambos ser deleznables, que la mujer es un ser inferior. En Túnez se está liando porque las mujeres han rechazo el término "complementario" como definición de su género en la nueva constitución. Libia, desangrada en una guerra cruenta, ya aplica la Sharía en las zonas controladas por los rebeldes y estamos a la espera de ver que pasa de verdad en Egipto, Jordania, Argelia, Libia y tantos otros países que viven turbulencias político religiosas que no pintan nada bien. 

En pleno Siglo XXI, la mujer sigue siendo un objeto, una pieza de ajedrez manejada por otros sin voluntad y lugar propio desde el que organizar su vida con plena libertad y autonomía. La mujer puede ser maltratada, casada, repudiada, abandonada, lapidada y vejada con total impunidad y eso es un hecho que contradice cualquier otra "paja mental" que podamos hacernos sobre el Islam como religión de amor y vainas semejantes.

Personalmente tengo muy claro que la situación de la mujer en el Islam es una ofensa que me impide cualquier consideración posterior, de manera que hasta que eso no cambie y se resuelva, que nadie me venga con glipolleces: ni un euro a las llamadas primaveras árabes que no sea de ayuda directa a la mujer y se terminó todo, no muevo ni un dedo en ayuda de nadie sin que antes no certifique que todos sus ciudadanos, incluidas ellas, van a ser iguales ante la ley. Y judíos y cristianos, que también se apliquen el cuento, que mierda hay en todas las casas aunque no tanta como en la del vecino, es verdad.

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