El hombre en la luna
¿Que hacías aquel día?
Con su habitual eficacia, nuestro corresponsal gráfico en la zona, Pepu Hernández, manda la foto del lavadero tomada hace escasos minutos.
El laboratorio donde escuchamos la llegada a la luna estaba un poco más a la izquierda del barracón que aparece en primer término.
Era verano y era 1969 cuando el hombre llegaba, a pesar de algunas enloquecidas teorías, a la luna y yo tenía 11 años, de manera que la cosa me resbalaba un poco, pero la casualidad me colocó cerca de una persona sorprendente que veló, en aquél día, por mi participación en un hecho tan trascendente y tan histórico como aquél.
Lo primero, debo presentar a Antonio, vigilante nocturno del lavadero de mineral que teníamos cerca de la casa de alquiler que ocupábamos en un pueblecito llamado Torre, en las cercanías de Ribadesella. Recuerdo a Antonio como un hombre mayor, limpio, atildado y reposado, exquisito en las formas en contraste con el cabestro de su mujer, Rosario, malhablada y desbrida como no he vuelto a conocer mujer. Antonio, siempre calmo y amable, debía ver a los cuatro hermanos de Madrid como una extraña aparición en el cerrado mundo de la aldea, de manera que nos controlaba a distancia y nos observaba, imagino, con curiosidad de entomólogo aficionado.
Ese día de Julio nos pilló sin radio, sin tele y sin gaitas en vinagre, de manera que Antonio se ofreció para cuidar de mi hermano y de mí en la velada de espera mientras oíamos la radio en las instalaciones del lavadero. Y allí que nos fuimos mi hermano y yo con la manta y los bocadillos a cuestas a vivir la histórica noche oyendo la radio en un lavadero de mineral.
Y efectivamente, así paso: Antonio nos instaló en la encimera de azulejos del laboratorio, donde nos quedamos tiesos, calentitos y confortables, hasta que Antonio, justo antes del momento crucial, nos despertó a los dos para que pudiéramos decir que lo habíamos vivido. Y así fue como, gracias a la previsión de un guarda nocturno, mi hermano y yo vivimos la llegada del hombre a la luna mezclando la tecnología espacial con una viaja radio de pilas y el calor que salía de un horno de secar la pasta de espato flúor para el control de muestras.
Nunca se pertenece sólo a una época.
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