España está llena de hijos de puta que abandonan animales.
Son el peor rostro del verano, la estampa de la desolación, el miedo y el sufrimiento injusto y espantoso; la peor consecuencia de la vanidad y la crueldad del ser humano; son los animales abandonados en ese verano español que deja las carreteras y los campos llenos de perros sin rumbo con el miedo metido en los ojos.
Hay apenas un puñado de héroes y heroínas que luchan en desventaja contra la inmensa marea de pena que llena albergues, casas de acogida y cualquier rincón en el que albergar esos espíritus rotos, esos juguetes que crecieron, molestaron o simplemente, no cupieron en el coche porque nadie pensó en ellos.
Sigo en el Twitter a varias de estas heroínas anónimas, curioso, pero todas todas ellas chicas, que claman en el desierto diario mandando cientos -literalmente, cientos - de mensajes y fotos con los que se podría hacer un inmenso collage en el que registrar las mil caras del desamparo, el miedo y la crueldad, porque además, hay crueldad y mala entraña.
España no quiere a los animales, lo demuestran miles de hechos y miles de fiestas en las que toda la diversión gira sobre el maltrato a un pobre animal y son pocas las especies que se libran; pero lo peor no es que no se les quiera, no, lo peor es aquél que los maltrata y los mantiene cerca viendo el maltrato con indiferencia.
Vemos, todavía, miles de perros encadenados de por vida en un lodazal sin que nadie denuncie al dueño, que no entiende que eso que está haciendo sería castigado en muchos países. A esos refugios que menciono llegan animales, cuando llegan y no han muerto antes, en condiciones espantosas. Enfermos, heridos, apaleados, quemados, con heridas de cuerdas que les cortan la piel del cuello, medio ciegos de abandono y por supuesto, sin identificación posible ni posibilidad de empapelar al hijo de la gran puta que les ha hecho eso.
Es urgente cambiar esta situación, es urgente pelear por la cría limitada y responsable, es imperioso castigar a los culpables, pero es todavía más necesario que la sociedad entera se movilice para evitar y prevenir que todos los años sean miles de perros, gatos y ahora, con la crisis, caballos los que acaban abandonados por calles y campos buscando al ser humano que les arregle la vida.
Y en medio de esta inundación de angustia, ¿Que hace la administración y las radios y televisiones públicas? Que yo sepa y haya visto, absolutamente nada, por desgracia.
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