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domingo, 19 de enero de 2014

400 encubrimientos



No basta la expulsion, hay que denunciar.

Anda el vaticano inmerso en una declaración ante la comisión de la ONU que investiga la pertinaz presencia de niños en las actividades sexuales del cuerpo sacerdotal. Hasta ahora se han dado largas y cambiadas, pases de pecho y recortes dignos de la mejor de las ferias taurinas, pero la Associated Press rescata un documento interno que pone de manifiesto la expulsión de casi 400 sacerdotes fulminados en la época del papa Panzinger.
Creen los hagiógrafos  del personaje y de la Curia que eso es muestra de rigor y reclaman loas y alabanzas a los ejecutores del castigo, pero yo no estoy de acuerdo. Bajo la máxima evangélica de "al césar lo que es del césar y a dios lo que es de dios" estas expulsiones permanecen en la historia como simples delitos de encubrimiento doloso.
Si los jerarcas de la iglesia creen que hay razones para expulsar a un sacerdote por abusos sexuales, deben expulsarlo y además, inexorablemente, deben denunciar el hecho a la justicia civil para que determine si, también, existe un delito civil al que aplicar juicio y sentencia. 
Ni la Iglesia ni sus miembros se encuentran al margen de la ley civil, así que menos silencio y más  mensajeros a las fiscalías con los datos, cargos y sentencias de los tribunales religiosos para informar a los jueces de lo que ha pasado.
Cualquier otra actuación debe ser catalogada de encubrimiento y complicidad con unos seres abyectos que deben ser castigados por los jueces, no escondidos por sus cómplices.   

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