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jueves, 30 de enero de 2014

PEDRO J o EL EJECUTOR EJECUTADO


Prensa y poder siempre enemigas, nunca subordinadas.

Hoy se ha hecho oficial la destitución de Pedro J Ramírez como director de El Mundo y ese hecho y las circunstancias que lo han determinado sugieren reflexiones sobre el papel de la prensa y de los directores de medios de comunicación en las sociedades democráticas. Sin entrar en valoraciones personales - no comparto sus valores ni su forma de ejercer el periodismo, pero eso es lo de menos - si vale la pena pensar en el conjunto y en el desempeño de la libertad de prensa con relación al poder, tanto político como económico.
Si me equivoco en algún trazo de los que siguen, cuento con la inestimable ayuda del maestro Guillermo, que de esto sabe un rato largo y podrá matizar, ampliar y corregir mucho mejor que yo. La prensa, en la sociedades democráticas, está protegida legalmente porque el desempeño de su libertad acaba, siempre, chocando con el poder y con los poderosos. La prensa juega su papel desde una línea paralela al poder y con ambos contendientes -elijo bien la palabra - mirándose desconfiados. Cuando uno de los dos lados se equivoca y se olvida de que debe dibujar un trazo paralelo y mantenerlo a pesar de todo, es cuando todo acaba mal, muy mal.
Por definición, la prensa incomoda al poderoso pues sabe que es una influencia que se le escapa, una opinión libre que no puede manipular, alterar o modificar; pero esa opinión independiente debe serlo con todas las consecuencias y de manera estable a lo largo del tiempo. Hoy hemos visto lo que pasa cuando el director de un periódico recibe la cuenta de los excesos pasados.
Pedro J se alió con el poder y quiso ser poderoso; se alió con el enemigo de su enemigo para tratar de destruirlo comiendo de la mano del poder, tanto político como económico y la jugada le salió mal: un video personal que nunca debió ser motivo de nada, acabó con su sueño de presidir el conglomerado de información más poderoso de España pensado, diseñado y comprado para servir de martillo de herejes y arma homicida de Prisa. 
Cuando un periodista hace eso y lo hace desde la dirección de un periódico, luego no puede reivindicar la independencia o declararse como tal: ya está vendido, comprado y facturado y esa condición le acompaña para siempre. Desde esa condición, vasalla y secundaria, fue fiel ejecutor de la voz de su amo; colaboró en dos caídas y dos ascensos y el dinero le ha vuelto la espalda. Confiado en que los escándalos de Bárcenas y de la Casa Real darían munición suficiente para que su administrador de escándalos convirtiera la miseria patria en ingresos, se apoyó en dos quimeras envenenadas que han acabado por mandarlo al cadalso de la ejecución.
Incómodo para todos, sin amigos a los que aupar o enemigos a los que destruir, los amos de la cosa dejaron de financiar lo que sólo era ansia de poder en lugar de información. Él se lo dijo muchas veces a muchos políticos y ha acabado por olvidarlo: "Es la economía, imbécil."
Incómodo y rico, es posible: pobre y molesto, eres cadáver. Y ojo, que él no es peor ni mejor que muchos otros como él.
Dicho esto, viva la libertad de prensa y viva la libertad de expresión.

2 comentarios:

  1. Cuando un periodista hace lo que Ramírez, está renunciando a su condición de periodista y usando la herramienta para sus fines propios. Es un publicista y un comerciante, lo cual no deja de ser legítimo, en la medida que no se trate de hacer pasar como periodístico a un mensaje que no lo es.
    Me gusta el periodismo objetivo, pero considero necesario el periodismo jugado, convencional, subjetivo, siempre que sea honesto, explícito en su finalidad.
    En el fondo, lo más relevante en cuanto a libertad de prensa y libertad de información, es que la población sea educada, culta, crítica. Que no ande buscando ideas ajenas para ponérselas. Si hay un público así, habrá algunos sinverguenzas como éste, pero prevalecerá el buen periodismo. Solo el público tiene derecho (y obligación) de juzgar al perodismo; le niego ese derecho a los gobiernos y a los políticos, Y me molesta profundamente que los colegas se transformen en jueces de sus pares; tenemos derecho como periodistas a analizar todo, pero deberíamos ser extremadamente prudentes en no incurrir en ese desagradable ejercicio de hacer gárgaras con la ética. La ajena.

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  2. Como siempre, en el centro de la diana, maestro. Un abrazo y gracias

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