De casta le viene al yerno de Utrera Molina
El PP ha decidido quedarse solo frente al mundo y enraizarse, aún más, en ese espacio negro, sórdido y polvoriento en el que se recrean las meriendas de caridad, las señoras del ropero, la sala de las visitas y las negras mantillas del Corpus. Se ha enquistado allí donde sólo lo más carpetovetónico, rancio y ultramontano de la más siniestra Iglesia puede hacerle compañía reunida con la derecha más extrema de una derecha antigua que impide la necesaria evolución de un verdadero partido conservador de corte europeo.
Y al mando de esta tropa aislada, de imposible resistencia y poco futuro, ha colocado a aquél que durante tanto tiempo quiso engañar a los incautos que amaban dejarse engañar: Alberto Ruiz Gallardón, reencarnación de no sé qué mezcla de espadón mesiánico e inquisidor medieval que tiene, como lugarteniente, al Ministro del Interior, especie de cabo cuartel al que se le ha encomendado la tarea de mantener a los españoles encerrados en sus casas y muertos de miedo.
El PP se ha quedado como siempre le ha gustado estar: sólo contra el mundo, como estuvo cuando no tenía que llevar disfraces y podía manifestarse en la Plaza de Oriente para apoyar a Franco contra las sanciones de la ONU. Hoy la ONU no sanciona, pero los reproches llueven desde todos lados contra las leyes de estos dos enloquecidos baluartes de la reacción más cavernaria.
Están sólos, pero están tan solos que me temo que están felices autoafirmándose en el absurdo: si todos nos odian y nos insultan será que estamos haciendo lo correcto, silogismo que vive fuera de cualquier figura conocida (recordar: Bárbara, Celarent, Darii, Ferio y las restantes) y que tanta paz espiritual ha dado a la caverna patria a lo largo de los dos últimos siglos.
Nos quedan dos añitos…..
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