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miércoles, 7 de julio de 2010

De San Fermín, el fútbol y los oráculos

El pulpo Paul se merienda una ostra ajeno al follón místico mediatico que se monta sobre tan intrascendente acontecimiento alimenticio.

El futuro ha preocupado tanto al ser humano que los primeros que fueron capaces de desvelarlo se convirtieron en los congéneres mejor tratados del grupo: los sacerdotes. Bastó con que uno se diera cuenta de que los animales se trasladaban a fecha fija de operación retorno migratoria para que ese fulano, que había sido capaz de vaticinar la vuelta a casa de la pitanza, tuviera el condumio asegurado todo el año.
Hemos buscado el conocimiento del futuro en las cosas más peregrinas: el vuelo de los pájaros traía de cabeza a los romanos; el temblor de una vela antes de una batalla era fuente de pánico o seguridad para etruscos y familias romanas herederas de las costumbres, emperador Claudio a la cabeza. Las tortas de espelta eran el cebo con el que las gallinas sagradas vaticinaban el triunfo o la derrota de las legiones y el mismo César, nada propenso a esas cosas, evitó el saqueo de los tesoros del bosque de los Druidas galos - el famoso bosque de los Carnutos de los libros de Asterix - porque le vaticinaron que moriría rápido y en la cima de su gloria, sin pasar por deterioro ninguno. Que para vaticinar eso un esclavo muriera con la espalda cercenada de un certero espadazo, era lo de menos; un detalle nimio y sin importancia.
Esta mañana los navarricos siguen confiando en el capotillo de San Fermín a la hora de ponerse a correr delante de los toros y para eso rezan tres veces antes de dar suelta los morlacos: A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición.(Mas o menos, que no soy muy ducho en la materia)
Hoy, un moderno augurio se ha adueñado de TODOS los medios de comunicación y el pulpo Paul vaticina la victoria de España sobre Alemania. ¿Será posible que tamaña gilipollez se adueñe de los espacios que deberían estar dedicados a perseguir fraudes, corrupciones, hambres, miserias, guerras y desgracias en general?
No sólo es posible, sino que, por desgracia, es bienvenido. Como se ve, no hemos avanzado demasiado.

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