El deporte tiene unas reglas que no están escritas, pero que hacen grande al que las cumple. Una de ellas reglas se pone al servicio de la épica, de la gloria y de la leyenda y obliga al contendiente a caer, o a triunfar, siendo fiel a si mismo y al deporte por el que compite. En este mundial ha habido selecciones que se han hecho grandes y han servido al deporte; selecciones que han muerto o que han triunfado enraizadas en sus propios valores de sacrificio unas, de pundonor otras, o de calidad las menso; pero todas han sido más grandes tras la competición: Alemania, inmensa por historia y por generosidad y limpieza; Uruguay, sacrificada en nombre del esfuerzo, la pelea y la fe en los milagros y España, consagrada a la calidad.
Y poniendo el oscuro contrapunto, Holanda. Pocas veces un villano de cualquier historia ha sido más villano, más digno de desprecio, más traidor a sus raíces; más innecesariamente malo que Holanda en el partido de la final. Holanda, heredera de la leyenda de la Naranja Mecánica ha traicionado su historia, su origen y su legado. Holanda ha perdido y su derrota no da pena, no da lástima y pasará a los anales como una de las actuaciones deportivas más mezquinas y ruines de la historia del deporte.
Un equipo que juega la final del campeonato del mundo tiene la obligación de dejar una enseñanza positiva, un mensaje para la posteridad: orden defensivo; esfuerzo, calidad, capacidad física, entrega, resolución: en definitiva, algo que pueda enseñarse a los chavales cuando entrenan los equipos juveniles. Nada de lo que ayer hizo Holanda debe entrenarse, practicarse o fomentarse. Lo que hizo ayer Holanda sólo puede enseñarse como escarnio y como ejemplo de aquello que el deporte repudia.
Esta foto, para mi, resume lo que acabo de comentar y deja clara la idea: eso no se debe hacer y lo que es más grave: jamás se debe consentir en un campo dedicado al deporte, por muy profesional que se sea, por mucho espectáculo y negocio que esté montado alrededor y por muchas gaitas en vinagre que se pueda argumentar.
La peor cara de una traición
El deporte, a este nivel, se convierte en un libro en el que leen los más jóvenes y lo que lean debe contener valor, debe educar en el esfuerzo, la disciplina, el trabajo colectivo, el sacrificio, la superación, el esfuerzo, la recompensa que llega cuando se ha cumplido; la grandeza de la derrota y el sufrimiento, casi más nobles que el propio triunfo.
Felicitaciones a los campeones, disfrute a los aficionados y a trabajar, que estos chicos lo que enseñan es que trabajando y perseverando, la gloria llega. En cuanto a Holanda, quiso ganar sin perseguir la grandeza y sólo obtuvo desprecio. Lo ha merecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario