Batalla eterna en la larga guerra
El planeta vive la guerra eterna entre el agua y la piedra, fuerzas antagónicas que luchan desde siempre para establecer su prevalencia. La tierra quiere librarse del agua invasora, de esa extraña materia que enfría su cara e inunda y desgasta los muchos frentes de batalla que la larga lucha ha establecido.
Ambos bandos luchan y pelean en tácticas distintas y variadas que adquieren formas distintas; desde pantanos a marismas, desde playas de piedras o arenas hasta los altos y fuertes acantilados que forman murallas ante las que se desarrollan las batallas más cruentas.
Asturias ofrece un frente, uno más, irreductible en la costa de Cuerres, lugar en el que el paseante puede asomarse a la batalla y ver las consecuencias de la larga guerra, a sus muertos y a sus heridos, un lugar mágico en el que la tierra deja constancia de su esfuerzo en forma de sonoras respiraciones, altos bufones que como chorros de inmensas ballenas varadas, nos dejan ver la violencia de la lucha.
Es un frente irregular, con entradas y salidas, lugares donde uno gana y otro pierde, cabos y entrantes en los que, como en Guadamía, la vanguardia del mar se adentra intentando un golpe mortal al corazón de la montaña escondido en los cercanos Picos de Europa.
Es lo que puede verse y sentirse si uno está atento a los ecos de una batalla que siempre ha sido y que seguirá eterna cuando el hombre se haya ido y forme parte, como tropa, de uno u otro bando.
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