Este es un blog personal e intransferible, con muchas equivocaciones y dudas, muchas dudas.
Para aquellos que necesitan una ficha del autor, me declaro ateo, librepensador, no adscrito a partidos pero simpatizante de la izquierda en general y por tanto, en busca permanente.
Puedes leer y opinar, que los comentarios se agradecen y enriquecen el debate, especialmente si no estás de acuerdo con lo escrito.
Bienvenido.
Suerte a todos.
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Arabia Saudí ha puesto en marcha una campaña que trata de proteger a sus mujeres de los malos tratos, los abusos y la esclavitud, pero Arabia Saudí sigue manteniendo leyes injustamente crueles contra las mujeres; Arabia Saudí mantiene la sharía y sus mujeres no son libres: desde su nacimiento hasta su muerte dependen del hombre como hijas, esposas, viudas o madres.
Si sumamos la población que vive en países donde la mujer es esclava, ciudadana de segunda, judicialmente inferior y en los que se aplica ese absurdo religioso llamado “sharia” podemos ver que, más o menos, el 25% de la población mundial es esclava y lo es desde su nacimiento gracias a su condición de mujer.
El siglo XIX vio nacer los primeros movimientos abolicionistas y el XX alumbró, en 1925, un tratado internacional que prohíbe la esclavitud, pero es mentira. Basta con esgrimir argumentos falsamente religiosos para que un velo de cinismo e inacción cubra y proteja semejante atrocidad siempre que las víctimas sean mujeres.
Si el objeto de esclavitud es mujer, se puede reclamar derechos divinos para mutilarlas, esclavizarlas, violarlas, ejecutarlas en nombre de supuestos derechos de honor; todo vale si hablamos de mujer y debemos gritar basta.
Occidente debe ser tajante defendiendo la causa; debe poner todo su presión económica, social y militar al servicio de esa liberación; occidente puede y debería acabar con esas prácticas sin dudar, pues es imposible que la humanidad, como género, pueda seguir viviendo como si no pasara nada eludiendo su responsabilidad moral de auxilio y ayuda a esos miles de millones de seres condenados por razón de su género.
Y por favor, seamos coherentes: si no se quiere hacer, que se diga claramente y se asuma la vergüenza, pero que nadie hable de tradiciones y religiones para justificar su cobardía y sus intereses económicos.
Por simple estadística, las grandes ligas del deporte mundial cuentan, entre sus numerosas filas, con deportistas homosexuales y eso debería considerarse normal, pero no es así. Uno, que ha lucido el palmito por muchos vestuarios, jamás se ha preguntado si había un homosexual entre los presentes, de manera que encuentro lógico y normal que una parte de ellos tuviera tal condición, cosa que, dicho sea de paso, me importa un bledo y los que saben lo que es un vestuario tienen claro que no hay ambiente menos dado al glamour que los esparadrapos tirados y el cansancio de una buena jupa entrenando.
Parece ser que el machismo de los USA y algunas declaraciones de algunas figuras al respecto del estilo de “No quiero un marica en mis duchas” había conseguido mantener las puertas del armario cerradas a cal y canto hasta hoy, fecha en la que un valiente ha dado el primer paso: Jason Collins, pívot de los Washington Wizards se ha quedado como dios al reconocer que le gusta los hombres. ¿Y?
Pues me imagino que nada en especial, que seguirá jugando un año o dos más –es talludito el chico- y que luego se marchará a su casa sabiendo que tiene cerradas, para siempre jamás, las puertas para entrenar a cualquier equipo universitario o de High School, que eso sí que está muy mirado por los jefazos.
Por si alguien se imagina que es una excepción o una rara avis, que piense que se equivoca, que todos los deportes y todos los vestuarios, masculinos y femeninos, cuentan con su correspondiente y alícuota parte de representación homosexual, como no podría ser de otra manera. Es más, en algunos casos, la cuota es más alta y no pasa nada, que los que están metidos lo saben y para nadie es motivo de escándalo o preocupación.
Hay balances que se revelan imposibles justo cuando más sentimos la necesidad de equilibrarlos. Son los balances que afectan a los sentimientos, a la afectividad, a las necesidades que cada cual siente y cuya satisfacción depende no de nuestras propias ejecuciones, sino de lo que los demás tengan a bien ofrecernos.
Dar es un impulso, una necesidad para muchos, es algo que a algunos les desborda sin esfuerzo y a otros les supone un proceso más largo; un actoo aislado que no forma parte de la propia naturaleza y que, bajo ningún concepto son procesos comparables. Es cierto que hay momentos en los que la debilidad hace que intentemos conocer el estado de nuestra balanza de pagos, pero eso es un error; eso sólo puede acabar en un estado de frustración subjetiva que ahonda el desánimo.
La naturaleza de cada uno hace que la afectividad se manifieste de múltiples maneras y todas ellas son igualmente válidas, pero nunca comparables de manera que suavidad, hermanos. Hay que dejar que la cosa fluya sin demasiada tensión o demasiada ansiedad, pero en las relaciones humanas no hay reglas contables, de manera que los indicadores no son fijos.
Eso si: somos libres de fijar los límites a partir de los cuales la relación no es justa y poner punto final si es que la insatisfacción es alta y permanente, que eso también es humano y a nadie se le puede exigir que vaya más allá de los límites de su propia satisfacción. Y como última reflexión: mucho mejor dar, más sencillo, más gratificante y mucho más natural. Recibir te deja siempre con una cierta sensación de deuda moral que, a mi por lo menos, me resulta complicado gestionar.
A pesar de cataclísmicos pronósticos de la agencia estatal de meteorología la mañana ha amanecido espléndida, una auténtica consagración de la primavera a la que he entregado mis pasos en busca de ese ritmo lento y descansado que aspira a cansar al tiempo más que a cumplir distancias y etapas. Y la mañana se abría al sol; y los milanos negros se entregaban al viento para mirar desde arriba las inútiles carreras de los perros tras los conejos mientras mis pensamientos se dejaban acompasar al disfrute de lo inesperado.
Como los que siguen estos textos saben, hace unos meses que vengo peleando en rebeldía contra lo que yo entiendo que la vida me depara mientras que mi amigo Pepu, más dado a las suaves reflexiones de butaca, me dice que me equivoco, que el truco es otro. (Cito a mi amigo por no citar lo que es obvio: en general me equivoco y mis allegados se cansan de hacérmelo ver, pero eso no tiene gracia).
Hoy, mientras el sol me calentaba la calva, me he dado cuenta de que es verdad, de que ningún buen navegante lucha contra los vientos portantes intentando dar marcha atrás en busca del paisaje perdido. El buen navegante aprovecha esos vientos y las oportunidades que le ofrecen, se enriquece con los alisios y se deja sorprender por los suaves amaneceres de olas largas y sol en la espalda rumbo al Oeste, nunca al Este.
Hace meses que me empeño en dibujar mi vida futura basada en lo que he perdido, nunca he pensado en mi futuro en clave de descubrimiento. Como la AEMT hoy, me parece que he equivocado el tiro y que el
futuro se dibujará a si mismo como él quiera, con absoluta independencia de lo que yo me empeñe en anticipar.
Hoy, la mañana se ha abierto a lo que ella, no los otros, había pensado y yo he podido disfrutarla porque estaba despierto, dispuesto y con las gastadas botas viejas listas para ponerse en marcha. Es muy posible que mi amigo Pepu tenga razón y lo único que necesitemos para disfrutar la vida es dejarnos llevar por ese viento portante que es el tiempo y que sólo tiene una dirección: el futuro. También es posible que, como la mañana de hoy, el futuro se deje disfrutar sólo con condiciones muy simples: estar despierto, tener las botas puestas y los bastones en la mano. Si además hay un par de perros con ganar de correr conejos, todo será perfecto y podremos disfrutar de paisajes distintos que no serán ni mejores ni peores que los paisajes que dejamos atrás.
Hay sucesos en este mundo que parecen obedecer a una especie de justicia cósmica; hechos que suceden para que sepamos que hay cosas buenas y cosas malas; hechos que cierran discusiones y dejan las cosas claras.
Esta semana dos equipos de fútbol españoles se han llevado sendas palizas a cargo de dos equipos alemanes y yo me alegro sinceramente de que eso haya sucedido, tanto por al forma como por el fondo. Las gradas de esos estadios estaban llenas de gente joven encantada de seguir a su equipo y que podían pagar las entradas con bastante comodidad a pesar de su edad: en Alemania se podían ver esos partidos por 40 euros la entrada más barata -y hay muchas - o por 90 la mas cara. Las entradas de los partidos de vuelta, en España, tienen precios prohibitivos aún para los más pudientes, sin entrar en el detalle de que las entradas baratas son pocas y ver el partido es digno de astrónomos babilonios.
Los equipos de fútbol españoles se han convertido en una máquina de generar deudas, dejar pufos por doquier, no pagar impuestos y elevar la estafa a la categoría de éxito. Equipos que ascienden de categoría dejando a los competidores con dos palmos de narices y sin el dinero que les habían comprometido. Eso, por no hablar de impuestos, seguridades sociales y el permanente chantaje a las administraciones con las que pastelean terrenos, recalificaciones, ilegalidades y lo que cada cual pueda inventarse.
Constructores, prestamistas y desahogados se han adueñado de un espectáculo que, además de tenerme hasta las cejas, contamina la vida social con toda clase de mentiras, estafas y sandeces.
Menos mal que los alemanes parecen haber dejado las cosas en su sitio a falta de la murga en torno a la “histórica remontada” de las narices.
Los que vivimos la primera hora de los gimnasios, esa en la que se mezclan la somnolencia, la pereza, la introspección y el esfuerzo con diferentes agresiones ambientales, sabemos que la autodefensa es necesaria pues el ambiente es bastante hostil y hay que mantener la guardia alta.
Cada quien, más o menso, se imagina la sala llena de máquinas a medio ocupar, silencio, pantallas de TV y poco más, pero eso sólo es un retrato silencioso que en nada se acerca a la agresiva presencia de sonidos imposibles, músicas absurdas con volúmenes de sordera y gritos, muchos gritos que emiten los monitores empeñados en torturar a los masoquistas entregados, inermes, a sus sádicas torturas. Eso es manejable y se arregla cerrando la puerta tras quitar las pesas con las que tratan de contrarrestar la acción del resorte destinada a cerrarlas.
Pero hay una agresión ante la que uno debe preparase y que requiere de una técnica de autodefensa individualmente agresiva: el olor. Hoy, por primera vez, me he visto asaltado por uno de esos elementos que no vienen a sudar al gimnasio, no: ellos ya vienen sudados de semanas y su olor corporal lo demuestra.
Lo que te sale del alma es cagarte en sus muertos y decirle que se vaya a la porqueriza de la que acaba de salir, pero hay usos y modos sociales que castigan de forma equivocada. En este caso concreto, acercarse educadamente al guarro para decirle que huele a cabra y que está agrediendo sin piedad al resto de usuarios, sería considerado como mala educación por muchos en lugar de un acto de defensa propia ante la grosería y falta de educación e higiene del agresor.
Como quiero estar seguro del porcentaje , abro un cuestionario para que cada cual se manifieste al respecto:
A Favor:
En contra:
Así, cuando la próxima vez que ese cerdo se me acerque le mande camino de la calle muy educadamente, sabré que parte de la sala me apoyará y que parte se manifestará en apoyo de semejante guarro.
Las ciudades tienen un alma propia que mantiene su pujanza a través de los siglos y de las diferentes circunstancias por la que la historia les hace pasar. Es un alma, una especie de serena presencia que te hace sentir de una forma o de otra; un sentimiento que lo impregna todo con un aroma espiritual especial.
Para unas ese espíritu se consagra en fiestas patronales, ferias y acontecimientos masivos, pero otras, las elegidas, se manifiestan en una vivencia colectiva en la que la propia ciudad es un participante más; es la ciudad la que manda, la que exige ser disfrutada, paseada, querida y admirada. Se engalana con las galas de todos y con la alegría de la población que siente la fiesta y se siente, a si misma, fiesta y relajo.
No tengo la suerte de haber disfrutado de muchas de esas escogidas fechas del calendario, pero si puedo recomendar una en especial, un día en el que una ciudad luce sus mejores galas y se deja pasear abierta a todos para que todos sean felices. Es la Barcelona vestida de día de Sant Jordi; es la Diagonal, la Rambla de Catalunya y el Paseo de Gracia sembrado de puestos de libros y miles y miles de rosas con las que recordar, a todas las mujeres de nuestro entorno, que ese día todas son bellas princesas liberadas de la amenaza del dragón.
Sant Jordi es fiesta, sólo fiesta, disfrute de libros, amor y cultura; es historia y mitología sin más, sin añadidos, solo gente que disfruta de una ciudad que, bajo el sol de Abril, se gusta y se pone guapa de senyeras y paseantes felices que le sientan de maravilla.
Sant Jordi, en Barcelona, es un día consagrado al sol y al cielo azul que hay que poder disfrutar de vez en cuando, de verdad.
Hoy me he acordado, viviéndolo en mis propias carnes, de Guillermo Diaz Plaja y su libro de los pecados capitales. Allí nos cantaba que el español no entiende ser sólo favorable a algo, no: si te gusta algo, es obligatorio renegar de su pareja-contrario-oponente o como se quiera llamar. La cosa es que no se puede, genéticamente imposible, disfrutar con el Real Madrid y , a la vez, disfrutar cuando el Atlético de Madrid o el Barcelona, lo hacen bien. Si te gusta como juega Messi, debes odiar a Cristiano Ronaldo y así hasta la nausea.
Me parece que alguna vez he comentado que me gustan las carreras de motos y que disfruto como un perro viendo las tres carreras de cada Gran Premio. Además, tenemos la suerte, como españoles, de tener media docena larga de pilotos con los que disfrutar en todas las categorías, aunque hay uno especial que está llamado a la gloria: Marc Márquez. En Moto GP, además de este recién llegado, se puede admirar a varios: Rossi, Lorenzo, Bautista, Pedrosa y Aleix Esaergaró. Bueno, pues según la genética hispana, debes elegir a uno sólo y odiar y vilipendiar al resto. Si te gusta uno, los demás son la reencarnación de Satanás, no saben conducir y si han ganado algo, ha sido por pura suerte.
Ese odio cerval y africano no tiene descanso y la anécdota de hoy lo demuestra: pagando en la gasolinera de toda la vida y hablando con el dependiente amigo (que también comparte vicio con la moto) de las carreras de ayer nos interrumpe un cliente para decir: “Márquez será lo que Sito no logrará jamás”.
Explico que Sito Pons dejó de pilotar motos hace lustros, pero para este cernícalo, seguía siendo objeto de su odio, a pesar de que el denostado Sito Pons se retiró con el siguiente palmarés en los Campeonatos del Mundo:
1988 Campeón del Mundo con Campsa-Honda NSR 250 cc 1989 Campeón del Mundo con Campsa-Honda NSR 250 cc 1990 Clasificado en 10ª posición con Campsa-Honda NSR 500 cc 1991 Clasificado en 14ª posición con Campsa-Honda NSR 500 cc
Como resumen: dos campeonatos del mundo y ser el primer español en el mejor equipo de 500 sólo sirven para asentar un odio eterno por el imperdonable hecho de haber ganado algo, pecado imperdonable para la envidia patria.
Nota: soy forofo de Marc Márquez, pero aseguro que me gusta ver cómo conducen los demás, aunque eso no evita que unos me caigan mejor que otros sin afectar, para nada, al juicio que me merecen como grandes pilotos de la historia del motociclismo.Por si acaso
La actual situación política, económica y social que vive el mundo recrea antiguos patrones de comportamiento que, por desgracia, ya demostraron sus funestas consecuencias hace décadas. Si nos fijamos en Europa, la dinámica de deterioro económico ha desencadenado corrientes que la Unión Europea parecía haber superado. Europa se ha vuelto miedosa y racista; el otro -el difuso enemigo culpable de todos nuestros males- se disfraza con muchos rostros para materializar nuestros distintos miedos.
El primero, el más importante, es el miedo a que nos suplante en el puesto de trabajo y ese miedo hace sospechosos a todos los que han venido impulsados por muchas y diferentes razones, bien económicas o bien políticas, que de eso también hay mucho. Es difícil sustraerse a la tentación de buscar la salida fácil de la expulsión, pero si parece lógico que haya una buena política de inmigración basada en contratos en origen, campañas temporales -la fresa de Huelva ha desarrollado programas modélicos que se pueden ampliar- y muchas otras medidas que podrían asegurar la integración adecuada de la fuerza laboral idónea evitando bolsas de marginalidad o paro indefinido. Y eso no quiere decir negar derechos adquiridos mediante el pago de los impuestos a los que haya habido lugar, por supuesto, que nadie se confunda.
Otro patrón que va adquiriendo fuerza es el del rechazo del norte hacia el sur, de los países ricos, cansados de corrupción y derroche, contra el sur, hartos de la tiranía financiera de las grandes corporaciones alemanas como cliché dominante. Y en ese terreno, lo siento, el sur le ha regalado al norte una foto, un estereotipo, que no puede ser más claro: el sur se ha beneficiado de nuestro apoyo solidario para dilapidar h malversar nuestros impuestos y ya estamos hartos. Ese regalo se lo han mandado los miembros de una clase política culpable, corrupta y deshonesta que se aprovechó de un sueño colectivo para beneficiarse de manera ilegal. Y reconocida esa culpa, los del norte también deberían mirar las acciones de unos bancos y unas empresas que, de espaldas al espíritu que anima la unión de los países, se han puesto las botas prestando y vendiendo a los europeos con modelos financieros propios del más rancio colonialismo.
En definitiva, estos y otros patrones de autodefensa nos traen, de nuevo, el rancio aroma del miedo que tanto daño ha hecho en la historia. Sólo queda añadir el factor religioso, muy cerca de unirse a la trilogía de la guerra, y el paquete estará completo: Europa habrá fracasado de nuevo y el resto de las grandes potencias habrán conseguido librarse de un enemigo potencialmente muy peligros.
Como siempre, el dinero habrá ganado y los ciudadanos habremos perdido gracias a unos políticos ineptos que sólo han hecho bien una tarea: obedecer a los que de verdad mandan y les dan de comer. Como última idea: ninguna declaración realizada desde el poder que tenga repercusiones sobre la economía se realiza "gratis et amore" , me juego la barba, que hay demasiado dinero por medio como para creer que los pajaritos maman.
¿Qué le ha pasado a España que se halla sumida en una dejadez inerme? ¿Dónde perdimos la fuerza de querer, la voluntad de actuar y pelear por nuestras vidas? ¿Qué opio malsano se introdujo en el ánimo colectivo para dejarnos en este estado de inacción? ¿Qué mentiras convertimos en verdades y que engaño se apoderó de la verdad del esfuerzo?
Analizar la sociedad española es mirar de lejos la historia de una degeneración moral que amenaza con extender su sombra por todas las edades; por todos los estamentos y convertir lo anómalo en regla; lo absurdo en habitual y lo nocivo en alimento cotidiano.
Tuvimos fuerza, tuvimos espíritu, tuvimos sueños por los que luchar, trabajar y pelear y nos hemos dejado adormecer en un clientelismo paniaguado para acabar inermes ante un poder que, ahora, abandona sus deberes y nos entrega, atados de pies y manos, convertidos en meros elementos de un negocio en manos de un poder financiero que señorea parlamentos y consejos.
Hemos sido débiles ante la droga de la comodidad; hemos creído que ser da derecho a tener y hemos inmolado libertad y deber en el altar de la comodidad y la desidia moral. España se ha corrompido y ha perdido el nervio, el impulso vital de la honradez y el trabajo; del esfuerzo como exigencia diaria y el compromiso diario con nosotros mismos como motor vital y energía colectiva. Nuestros jóvenes marchan, contaminados de nuestra desidia en busca de un futuro que les hemos cerrado, nuestros políticos se han manchado con toda clase de delitos e inmoralidades contaminando al país entero con sus propias miasmas tóxicas.
Como la generación del 98, vemos deshacerse un país entre nuestras manos sin que nuestros dirigentes sean conscientes del papel que ellos mismos desempeñan en el desastre sin querer emprender el camino de la regeneración necesaria. El esfuerzo y el empeño, el nervio y el deseo es algo ajeno a las etiquetas ideológicas como lo son la honradez y la ética; conceptos y actitudes sin las cuales seguiremos condenados a la nada.
Leo que el PSOE amenaza, fuera de tiempo y contexto, con revisar el concordato si….y ya no estoy de acuerdo con nada más. El PSOE ha tenido varias y muy largas legislaturas para hacer con ese famoso concordato exactamente lo que debería haber hecho: mandarlo al cesto de los papeles, sin más. En este punto actúa con el mismo cinismo y desparpajo que el PP con respecto a las leyes que critica en la oposición y no se atreve a tocar cuando llega al poder.
La Iglesia, en España, detenta una posición que ya no se corresponde ni con el porcentaje de sus seguidores reales ni con el papel y posición que disfrutan o defienden otras confesiones. Para mí, ateo confeso, cualquier cesión a la religión supone un retroceso de la inteligencia y una defensa del absurdo, pero admito que cada cual es libre de envenenarse el cerebro con lo que quiera en el ámbito de lo absolutamente privado y además, tampoco soy partidario de ese buenismo asentado que nos obliga a respetar cualquier idiotez que lleve la etiqueta de “religioso”, que hay burradas que ni son respetables ni son aceptables; antes bien, deberían ser perseguidas de oficio.
Con la Iglesia española se han tenido, y se tienen, concesiones absurdas que nos marcan a todos, seamos o no seamos creyentes. El famoso concordato convierte a los docentes de religión –manda huevos con la asignatura de las narices- en trabajadores de segunda sin derecho alguno y sin amparo; párrocos y obispos actúan como parte del estado al inmatricular, por el morro, inmuebles, campos y fincas que sustraen de la propiedad colectiva de ayuntamientos y comunidades; tenemos que aguantar con generosas donaciones púbicas estructuras que no pagan impuestos y encima, los púlpitos se convierten, domingo si y domingo también, en tribunas políticas y altavoces de las fuerzas más reaccionarias que tratan de imponernos, a todos, unas normas morales que rechazamos frontalmente.
Una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra transición es, precisamente, la del papel de la religión y su restricción al ámbito de lo privado: catequesis, madrasas etc y además, perfectamente regladas y controladas para que a nadie se le ocurra meter mierda en los cerebros de los niños y que nadie lo dude: la mayoría de lo que las religiones enseñan puede ser catalogada de mierda, desde el papel de las mujeres hasta la existencia de lo jamás demostrado.
Desde que empezaron los primeros pasos de la mal denominada "primavera árabe" vengo comentando mi inquietud, hoy certeza, sobre la verdadera trascendencia de esos movimientos en todos los órdenes de la sociedad, especialmente en los que a la mujer atañen.
Hoy, con bastantes meses de desarrollo y ya asentados muchos de los principios sobre los que estos nuevos estados quieren levantar su convivencia, podemos constatar que esa primavera se ha convertido en un oscuro invierno de hielo para la mujer. Nada, absolutamente nada de cualquier avance relacionado con el papel de la mujer y su libertad ha podido nacer en esa primavera; antes bien: la oscuridad de la sharía ha impuesto su férula sobre ellas haciéndolas retroceder hasta el extremo de que Egipto se plantea permitir y amparar, por ley, el retorno de la ablación del clítoris a las niñas.
El Islam y lo que del Islam se desprende y emana, se ha demostrado atroz y de una extrema crueldad con la mujer. No hay excusas, no hay matices ni posibilidad de arreglo o negociación: el Islam odia a la mujer de la misma manera que la odió el cristianismo en el medievo con una importante diferencia, que el cristianismo no sistematizó la crueldad de la tortura o la mutilación, sólo la inferioridad y el maltrato.
Occidente pastelea con las naciones del islam como si estos países fueran iguales y normales y eso debe terminar, debe erradicarse toda negociación, toda ayuda y todo contacto con ellos. Hay que cortar el grifo del turismo, hay que secar las fuentes, hay que agostar cualquier posibilidad de igualdad. De la misma manera que no nos plantearíamos mantener relaciones diplomáticas o comerciales con naciones esclavistas, debemos expulsar de nuestros ámbitos de relación a los países que fomentan y toleran la esclavitud de la mitad de su población. Así de sencillo, así de fácil y así de ético.
El alma de Rea sigue herida y errante en busca de descanso mientras los poderosos del mundo dejan desvalidas a sus mujeres, a sus madre y a sus hijas, pues cuando una de esas pobres mujeres muere sola y sin ayuda en esos países, con ella muere una parte de nuestras propias hijas o madres. ¿Hasta cuando vamos a seguir impasibles ante esta tortura colectiva?
Pues hasta que Turavia haga una buena oferta para visitar las pirámides con crucero por el Nilo incluido. En ese momento, nos olvidaremos de cualquier solidaridad femenina. Seguro.
Anda Rouco presuroso y apurado mandando facturas viejas a las que nadie ha hecho frente y eso, visto lo que suele pasar cuando alguien atasca las finanzas vaticanas, suele acabar mal. Piensa el PP que su llegada al poder no ha sido sino la consecuencia lógica del natural devenir de la sociedad y que, por fin, los españoles nos dimos cuenta de que lo normal, lo que "está de Dios" es que el poder quede en manos de los de siempre, de los que están llamados por el altísimo para asumir la dulce carga de la responsabilidad colectiva y mandar en nombre de los flacos de intelecto.
Mientras Cospedal y Rajoy se entregan a sus afanes, Rouco les recuerda las misas de la familia que movilizaban a millones de personas donde años mas tarde, y en virtud de no se que extraño milagro obrado por la delegación de Gobierno de Madrid, apenas podían apretujarse unos pocos miles de desarrapados. Cosas de trabajar al lado del que obra los milagros y no enfrente. Pues como digo, anda Rouco pasando aquellas viejas facturas impagadas en forma de cambios en la ley del aborto, la derogación del matrimonio maricón y muchas otras pendientes relacionadas con profesores, educaciones para la ciudadanía y protección a Kikos y Opusinos a partes iguales.
Y Rajoy a lo suyo, regalando elásticas de la selección a Francisco y diciéndole a Rouco que eso lo llevan en administración y que ya se sabe que las cosas de palacio, van despacio. Tan despacio que me jugaría la barba a que Rajoy tiene las mismas ganas de significarse que de darse una atada en los dientes.
La derecha de este país siempre ha hecho el mismo juego: amenaza con el fin del mundo y con las penas del infierno ante cualquier amago de avance social y cuando, por fin, puede derogar la ley del divorcio y otras muchas, como que le viene mal en este momento. Visto lo visto y las reacciones populares ante los globos sonda que lanzó Gallardón con lo del aborto, creo la jugada apuesta más por la jubilación de Rouco que por hacer frente a lo que supondría un desgaste de votos muy considerable.
Cosas de las encuestas, que no conocen ni a su padre y las carga el diablo.
Siguiendo con el encarguito, hoy toca hablar del aniversario de la segunda república y de las posibilidades reales para el advenimiento de la tercera. Los grandes cambios suelen llegar en las peores condiciones, nunca en aquellas circunstancias que todos podríamos pensar como ideales, de manera que no basaré mi escasa argumentación sobre el peligro de implantar la tercera justo ahora que nos ahoga la crisis y los partidos andan más partidos que enteros, así que la idea será otra.
Lo primero que hay que constatar es que la monarquía de Juan Carlos se ha roto gastada y escarnecida por la irresponsabilidad del que ejerce el cargo. Extrañamente, España se ah portado con Juan Carlos muchísimo mejor de lo que Juan Carlos se ah portado con su propia dignidad y posición. Dormido en los laureles, se ha creído que valía todo y se ha pasado; ha interpretado el inmenso silencio mediático sobre sus errores con la impunidad social y eso le ha perdido. Acabado el silencio, roto el velo del sagrario, el choteo ha invadido el santuario y ya sólo queda el choteo, la rechifla y, lo que es peor, el absoluto desprecio y el descrédito. Juan Carlos debe marcharse y cada día que prolonga su vergüenza es un clavo más en el ataúd de la monarquía que decía defender y prestigiar. Su cuenta está cerrada y su tiempo acabado, así de simple.
Dicho esto -con la claridad suficiente como para que mi particular comisario político no me acuse de tibieza - queda la pregunta clave: ¿Viene la tercera? Pues a pesar de lo que lo que me apetecería decir es que si, creo, y lo digo con toda sinceridad, que no es ahora cuando tiene que llegar.
Lo primero, por evitarle al cambio un excesivo deber de lograr lo que no es un objetivo viable. La tercera debería llegar sobre una moralidad pública muy asentada y que ahora desconocemos. por no hacer la cosa muy larga: la tercera tiene que llegar ciando se considere obligado, como ha pasado en Alemania, que alguien tenga que dimitir por aceptar regalos de 700 euros. ¿Estamos en esa? Evidentemente, no. Estamos en un marasmo de ineptitud de los partidos que hacen inviable la consolidación de una base política adecuada para edificar la tercera república. Pienso que esa presidencia, otorgada a un teórico personaje de intachable moralidad, ejemplaridad etc, se vería aislada de una acción de gobierno hipotecada por la corrupción el clientelismo, la nomenclatura y la inoperancia. En esas circunstancias, el impulso regenerador de la presidencia se vería abocado al fracaso y eso sería nefasto.
Y nos queda la última baza, la alternativa para el becario, que dicen que está sobradamente preparado y si no lo está, debería estarlo. Hemos invertido un capital enorme en su formación; ha ido tomando experiencia y es, en teoría, el que podría consolidar esa monarquía parlamentaria moderna y transparente que mi amigo Quique me comentaba como muy eficaz en países tan avanzados como Suecia, Holanda etc. Con matices, pero si, es posible siempre y cuando Felipe le pegue un fregado a la Casa Real y a su funcionamiento de esos que pueden denominarse históricos.
Felipe tendría por delante un trabajo enorme para que la corona dejara de ser personalista, intocable y opaca. Felipe está obligado a la máxima transparencia y a dejar que el Congreso sepa todo lo que allí pasa; Felipe debe consolidar el parlamentarismo de su cargo ejerciéndolo de acuerdo a la máxima pulcritud y profesionalidad.
Dicen que está preparado para ello, lo que no se es si está preparado para olvidarse del ejemplo de su padre en cuanto al ejercicio de una autonomía y un protagonismo propio de una transición que ya queda muy muy lejana. Convivir con Juan Carlos “in vigilando” cuando su trabajo debe, sin otra opción, poner en evidencia lo que se la corona hacía antes de su llegada al cargo, se antoja muy complicado. La única solución sería la de un retiro lejano para Juan Carlos y que la distancia física pusiera dejara clara la distancia conceptual entre los dos.
Así pues, en el aniversario de la segunda, pienso que el tiempo de la tercera no ha llegado si bien, y creo que todos debemos estar muy atentos a la posibilidad, esto depende de que Juan Carlos se de cuenta de que tiene que irse y hacerlo rápido. Como se empeñe en aferrarse al cargo, ese error se llevará por delante su reinado y su posible sucesión para dar paso a la república, pero habrá sido él mismo el máximo responsable de la consagración de su enemiga.
Si eso ocurre, habrá que ser conscientes de que no pedirle a tercera aquello que no podrá darnos ni nosotros deberíamos pedirle: la institución no podrá nada contra la corrupción general ni contra la invalidez de los partidos. La segunda se ahogó por intentar hacer lo que décadas de inmovilismo no habían hecho y la tercera podría llegar con mucho tajo por delante, algo que podría volverse en su contra. Por si acaso, bueno sería que todos los que tienen tanto trabajo pendiente, se pongan a la faena y se pongan ya para que la discusión sobre el modelo sea menos importante y lo trascendente sea que avanzamos hacia la honestidad, la ética, el compromiso, la fiabilidad y la sensatez. Y si eso se consigue, el modelo de ocuparía un lugar secundario en nuestras preocupaciones.
Tener lectores fieles implica ciertas obligaciones, incluida la de "escribir por encargo", algo que uno acepta encantado aunque me circunscriba a temas demasiado previsibles. El último encarguito lo recibo de mi amigo, ex-jefe y comisario político de este blog y me obliga a reafirmar mis convicciones republicanas, según él inexistentes, con motivo del aniversario del 14 de Abril. Uno, de natural cumplido y bien mandado, aprovecha la oportunidad de no tener que buscar tema y a falta de una entrada, dedico dos al tema: la jornada de reflexión y sorpresa del 13 de Abril marcada por la famosa frase del Presidente del Gobierno ante las preguntas sobre crisis: " ¿Que si habrá crisis? ¿Qué mas crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?" y la previsible de mañana domingo.
Me gusta más hablar sobre esa jornada de sorpresa en la que se manifiesta una de las grandes carencias de la época: la permanencia del caciquismo, reflejada en la abismal diferencia entre los resultados del campo y de las ciudades. La libertad democrática era, a esas alturas, una quimera que se pagaría con ríos de sangre y obligaría a las fuerzas progresistas a defender una tímida reforma como ante una reacción ultramontana empeñada en conservar estructuras feudales y esclavistas a costa de cualquier cosa.
La España que afrontaba el cambio republicano era una España constreñida, antigua, aislada de los grandes cambios sociales iniciados en el siglo XVIII y consagrados en el XIX. La izquierda española de la época era una izquierda de resistencia, perseguida, humillada y vejada que veía sus iniciativas estigmatizadas por una derecha que consideraba la evolución social como un ataque radical a sus absurdos privilegios de clase.
¿Ejemplos? Miles, repetidos hasta la saciedad pero espeluznantes. Desde los soldados de cuota que pagaban su vida con la muerte de aquellos que no tenían dinero para librarse de un destino injusto e inhumano, hasta la situación de esclavitud de niños, braceros y colonos unidos al destino de fincas y fábricas. Si alguien tiene dudas, que escuche atentamente los versos de Miguel Hernández que encabezan esta entrada. Espeluznante, simplemente.
¿Y hoy? ¿Que paralelismo podemos encontrar con la necesario reflexión de este aniversario? La más importante, según mi opinión, es la propia reflexión en la que andamos metidos. Los últimos acontecimientos han dejado a la corona inerme ante los vientos, no ya de la insatisfacción, sino de la indignación popular. Juan Carlos está amortizado, su capital, basado en la dulce inocencia con la que algunos quisimos creer en sus aportaciones, se ha dilapidado y su cuenta personal ya está en rojo: su empresa ha quebrado enterrada en queridas, cacerías, yernos chorizos y políticas de comunicación inadecuadas e ineficaces. Tras Juan Carlos, ya muerto, enterrado y políticamente útil, solo, para aportar humo a la cortina tras la que se oculta un encantado PP y un errático PSOE que sigue en eterna búsqueda de su perdido votante, queda analizar la institución adecuada para el momento actual. ¿Cambiamos o dejamos que el becario intente la resurrección de la monarquía?
Esa es la evaluación en la que muchos estamos y no es cosa de poco, que la elección no sale gratis y ambas suponen aceptar un riesgo considerable. Por aquello de primar al dueño de la posición, analicemos al aspirante, las bondades y problemas de un cambio hacia la república, modelo lógico y normal de un estado moderno.
Y la primera obviedad con la que nos encontramos es su naturalidad frente al absurdo de esos "monarca por la gracia de dios", un privilegio de cuna que todos sabemos trasnochado, absurdo, antiguo y lo más importante, falso. La República es, hoy en día, el sistema natural de toda sociedad moderna, pero en España presenta una falla genética determinada por la situación de los partidos, putrefactados hasta sus raíces. Un presidente de la república,hoy, nacería hipotecado por su carrera en cualquiera de los partidos actuales y eso, lo siento, elimina cualquier esperanza. Con micho esfuerzo se podría encontrar un sujeto "virginal" cuyo prestigio y posición social pudiera ser reconocido de forma universal, pero eso no permite validar el modelo. La república, según mi criterio, no podrá demostrar sus bondades mientras los partidos políticos que deben sustentar el juego de la elección de su presidente no atraviesen el largo desierto de purificación y catarsis que les queda por delante. Sin esa refundación, todo lo que nazca sus putrefactas estructuras, nacerá podrido y sin futuro.
Mañana segunda parte, que como ladrillo, ya ha quedado bien,
Tenemos un ministro que ejerce de tapado y actúa, de forma sistemática, contra aquello que su cartera le obliga a proteger. No es extraño, pues de su trayectoria personal y profesional se desprende que no era el más adecuado para desarrollar el perfil adecuadamente, pero si que podría actuar como un “tapado”; como un quintacolumnista al servicio de cualquier causa ajena a la protección, mejora y conservación del medio ambiente.
La última del ínclito se manifiesta en una nueva normativa sobre especies invasoras que, más o menos, viene a decir que ancha es Castilla, que para qué tanto lío con los gusarapos y que cada quien haga lo que cada cual estime mejor para su negocio. Cuando todos los países normales han levantado barreras y controles lo más estrictos posibles para defenderse de las habituales nefastas consecuencias de la importación de especies que ocupan los nichos ecológicos sin oposición, España abre la mano y permite cualquier barbaridad siempre que el que quiere importar al bicho se organice, no quiero saber de qué manera, con la correspondiente Autonomía.
En España tenemos algunas especies verdaderamente asesinas que han colonizado ecosistemas enteros y que, con el paso de los años, nos cuestan una pasta a todos. Desde el Jacinto de agua hasta el mejillón cebra pasando por el puñetero e insípido cangrejo rojo, España se encuentra inerme y desprotegida ante mapaches, visones americanos, cotorras argentinas, rabilargos y una larguísima lista de bichos y especies que han encontrado su particular Jauja en una naturaleza descuidada, desequilibrada por la presión y sobreabundancia de especies cinegéticas gracias la implacable persecución asesina de los depredadores naturales de las puñeteras perdices, conejos o jabalíes que medran sin tasa provocando epidemias y envenenamientos por plomo en humedales y cotos de caza.
España, que tendría un negocio tonto en el turismo ecológico de observación en unos paisajes de especial encanto y belleza, se dedica a exterminar lobos, dejar libres a toda clase de bichejos y a nadie le importa un carajo, que lo que le mola al PP es aquello de la caza de jabalíes con lanza. Señor Ministro: váyase Vd. al carajo y deje de machacar el medio ambiente de este país. Es posible que si se dedica en cuerpo y alma a las estaciones de servicio de combustibles prohibidos en alta mar consiga, de un plumazo, cargarse todo el ecosistema marino y costero en un solo acto. Entonces sería verdaderamente feliz, así que piénselo.
Decía un entrenador del Real Madrid que sus jugadores “habían corrido como pollos sin cabeza, muy rápido, pero sin destino” y algo así me da la impresión que es lo que está pasando con nosotros. Si nos fijamos en España, el gobierno anda de cabeza con los “escraches” mientras la CEE nos advierte de que la colleja que nos viene será de órdago. Andalucía mete miedo a los bancos con nos e gaitas de un proyecto de ley que huele a despelote jurídico y populismo por todos lados mientras Cataluña quiere subir los impuestos para empezar a pagar su independencia.
Eso si nos atenemos a España, que lo de Europa requiere tomos enteros de pormenorizado análisis. En tiempos de crisis como esta cada uno anda buscando salvar su culo a costa de lo que sea mientras que el conjunto “se les importa una higa”, que eso les viene grande y no hay por dónde cogerlo.
Los que nos deben dirigir han perdido la cabeza en sus rebatiñas y miserias y ahora tratan de llevarnos tirando cada cual de cada lado con nosotros de rehenes inermes ante su desatino. Cuando lo normal sería que se encerraran a pensar la mejor manera de salvarnos todos y juntos, ellos, preclaros próceres de la corrupción, la dejadez, el compadreo y la traición, se buscan sus judías a nuestra costa buscando el voto fácil de los que creen que les protegen. Si no se han percatado ellos, podemos dejárselo claro: la intención de voto del PP baja sin que suba el PSOE o alguien recoja el descontento. Como venga un listo populista, vamos de ala.
El PP debería asegurarse de que "los colgaos" se quedaran fuera y no darles alas diciendo tonterías.
El PP se enroca en su postura, esa que pretendiendo defender al Rey y a la Monarquía acabará por demoler sus últimos apoyos, y asegura que “..el parlamento no puede controlar al Rey” y me parece que la pifia es de proporciones considerables. Lo que traduce esa frase es que, según el PP, el parlamento debe agradecer al monarca, fuente de todo poder absoluto, que le ceda parte de su capacidad y derecho divino para gobernar sobre los súbditos -nunca ciudadanos - pero jamas debe aspirar a controlar los actos de su soberano, cuya legitimidad se asume sin matices ni posibilidad de duda.
Hubo alguien, muy suyo él, que se consideró al margen de todo control y que, rindiendo cuentas, escribió: ”...picos , palas y azadones, cien millones.” Gonzalo Fernández de Córdoba, el famoso Gran Capitán, debería escribirle los textos al portavoz del PP en el Congreso de los Diputados y la cosa quedaría, en lugar de rastrera, soberbia, digna y orgullosa, no humillada.
Señores del PP: nada de la acción política debe debe estar fuera del control del Parlamento; nada de la cuestión legal fuera de los tribunales y nada del gobierno, fuera del gobierno democrático.¿Es posible que el PP piense, de verdad, que el Rey no debe dar cuentas de nada? ¿Piensa el PP que Juan Carlos es Rey “por la gracia de Dios” y que el pueblo no tiene -no tenemos - nada que opinar?
Vivimos una monarquía parlamentaria de pleno derecho; una monarquía en la que el soberano tiene papeles asignados y restringidos; una función de reinado y nunca de gobierno y el PP dice que esta decadente monarquía parlamentaria debe quedar fuera del control del Parlamento. De traca
Si Felipe quiere renovar su contrato de becario, ya puede ir poniéndose las pilas y sacudirse esos vicios mentales tan nocivos, viejos y trasnochados. ¡Hay que joderse!
España, como en las mejores películas de Terror de serie B, vive dominada por los no muertos, extraños seres que parecen estar vivos pero que, en realidad, yacen bajo la tierra de su propia inoperancia. Los ciudadanos miramos sorprendidos esperando la respuesta lógica, la normal, la que todos pensamos adecuada para afrontar el cataclismo que se nos ha venido encima y sólo encontramos zombies desalmados que miran sin ver, que hablan sin pensar, que actúan sin dirección y que nos dejan abandonados al albur de toda clase de peligros y enemigos.
España ha perdido el alma de la política; los que tendrían que ejercer de líderes y conducirnos actúan como boxeadores “groggis” en el ring convencidos, mientras el castigo inclemente los destruye, que van a ganar la pelea. Partidos, Jefatura del Estado, Poder Judicial y Parlamento se mueven sin otro objetivo que justificarse y permanecer a toda costa, aunque los ciudadanos pidamos acción, ética, honradez, objetivos, proyecto, reacción y comunicación, nada parecido a esas “notas de prensa audiovisuales” perversión lingüística que designa la cobardía de un Presidente de Gobierno que rehuye a la prensa como de la peste.
El Rey, perdido entre elefantes, extrañas certezas por las que el populacho le ha perdido el respeto, el cariño y la vergüenza, llegando a los conocidos extremos en los que se cae cuando el caído ha sido poderoso, respetado y consentido. Acabado el respeto, queda la sorna, el choteo y el desprecio, que tampoco es aconsejable.
Vivimos la noche de Walpurgis prolongada “sine díe”: no muertos que se deshacen delante de nuestros ojos pediendo en el empeño jirones de nuestra esperanza en el futuro.
Siempre se ha dicho que la información es poder y los españoles vivimos una auténtica avalancha de información que amenaza con bloquear cualquier intento de digestión intelectual. Saber, sabemos; y menos mal que hay periódicos -sin los límites que quiere imponer González- que nos cuentan, si no todo, mucho y juntando a unos y a otros con sus distintas aficiones , filias y fobias, el panorama nos llega bastante completo, pero ¿Podemos poder? O dicho de otra forma: ¿Qué poder tenemos los ciudadanos para y cómo podemos ejercerlo fuera de los domesticados cauces temporales de las elecciones?
Confiamos en los partidos dándoles, con la Constitución del 78, un inmenso poder con el objetivo de que nos construyeran una sociedad democrática. moderna europea, eficaz, ajena a las grises sombras de franquismo que tanto nos costó pintar de colores y ellos nos han conducido a un marasmo de corrupción, desánimo y escepticismo que deja en nuestras bocas el desagradable regusto de la más completa decepción.
El sistema, el mismo sistema que los ciudadanos consagramos hace años, nos ha mordido la mano y devora nuestra hacienda sin tasa ni medida: los perros que debían guardarnos del lobo esquilman a sus anchas el rebaño encomendado. Y lo hacen impunes, pues saben que aunque algunos perros caigan abatidos, la manada sobrevive y el sistema que ellos han pervertido, ya no podrá regenerarse. Con cada muerto hablan de excepciones, de hechos aislados, de delincuentes al margen de la jauría, pero es la jauría la que está podrida; es la jauría la que sigue alimentándose de las ovejas del rebaño en lugar del pienso del comedero que llenaba el amo: prefieren los tierno corderos que ahora disfrutan en libertad que las escasas raciones que deberían agradecer y disfrutar.
Sabemos mucho y ese conocimiento, de momento, solo nos da el agridulce sabor de la lejana esperanza; sólo nos deja mirar hacia el horizonte de los tribunales y esperar que, por lo menos, ese vilipendiado poder ejerza su cometido como debe ejercerlo, aunque los precedentes nos hagan complicado el optimismo.
Como en el chiste de Eugenio, estamos agarrados a la rama que nos salva del abismo mientras preguntamos ¿que no hay alguien más? ¿Es que no hay nada que podamos hacer para que la regeneración llegue al ritmo y en la medida que necesitamos? Y es que sea lo que sea lo que necesitamos, lo cierto e indudable es que lo necesitamos YA!!!
Así los quiere el presidente de la Comunidad de Madrid
Ignacio González, avisado de la que se le puede venir encima gracias a sus innegables dotes de gestor de su patrimonio, estirado hasta lo milagroso para cubrir hipotecas, pagos de colegios privados, áticos marbellíes etc, propone que se pongan límites a la prensa; que no es bueno que cada cual publique lo que le venga en gana sin atender a las buenas costumbres de la gente de bien.
Sr. González: vaya Vd. al carajo con sus límites a la prensa y a su libertad, perfectamente regulada por la actual legislación y por unos libérrimos tribunales que saben muy bien lo que hay que hacer cuando la prensa mete la pata y hace lo que no debe hacer.
¿Qué clase de miedo y temor espantoso se aloja en el alma de los poderosos que siempre andan a vueltas con la libertad de prensa y sus funestas consecuencias? ¿Es que hay que estar de perpetua vela y vigilancia para que nadie le corte las alas a la prensa?
El PP se viene crecido y sus barones se creen en posición de defender cuestiones mucho más propias de dictaduras que de regímenes democráticos. ¿Alguien se imagina a Obama diciendo esa idiotez? ¿O al primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña? ¿Es que estamos todos lo suficientemente lelos e idiotizados como para que los poderosos se crean con derecho a mearnos en la chepa? ¿Tan poco miedo les damos?
Este país va camino del desastre y no hay signos de esperanza por lejanos que sean los horizontes que miremos.
Los peores desastres, sociales y militares, así como personales, siempre han sido provocados no por los enemigos jurados y declarados, sino por aquellos que fueron considerados “cercanos” o “amigos”. La monarquía española ha pasado los años de reinado de Juan Carlos planificando sus posiciones y sus luchas contra una izquierda republicana que permanecía adormilada y aplastada por la enorme sombra social del 23 F y una corriente de opinión favorable a un rey que no era cuestionado.
Tras pasar años vigilando la lejana izquierda y a la cercana ultra derecha ultramontana y recalcitrante, la explosión que amenaza con volar la institución se ha producido dentro, en el mismo patio de armas del castillo, al pie de la torre del homenaje: los cimientos tiemblan y la cuestión ya no es si uno u otra serán procesados, condenados y encarcelados, no: la cuestión es salvar la casa de la ruina y el embargo popular.
El caso Noos amenaza al rey y al heredero, destroza credibilidad y prestigios dejando a la monarquía inerme ante los avatares de la tormenta que arrecia fuerte y amenaza con volar tejados e inundar sótanos hasta el derrumbe total.
No se que harán esos partidos que ahora, sumidos en su propio desastre, miran a la monarquía dudando entre salvar la institución o mirar hacia otro lado y dejar que el populacho hable de los de sangre azul y no de los los sobres amarillos o los ERES “coloraos”.
La crisis llega para todos y nadie se libra, aunque hay diferencias y unos la sufren sin culpa y otros provocan desastres de forma dolosa y culpable.
Hace unos días que he hecho pública mi renuncia a intentar cambiar el mundo y alejarme de las grandes metas relacionadas con la humanidad y la fraternidad universal, buscar distancia y un cierto refugio gracias a ocuparme de las cosas que si puedo abarcar.
Según mi sobrino Fernando, eso me obliga a una reclusión eremítica ajena al devenir de todo lo que en el mundo es y, sin llegar tan lejos, si es verdad que hay que tomar distancia de este sinsentido en el que nos han metido.
Yo ya puedo confesarlo abiertamente: no entiendo absolutamente nada; pero nada de nada, de verdad. No hay nada a lo que pueda asirme que pueda aportarme certeza y tranquilidad, nada que pueda considerarse seguro, normal y coherente.
La política es un baile de condenados que no saben que están condenados sin remisión y que los ciudadanos les han vuelto la espalda. El PP se haya inmerso en un proceso de descomposición absurdo, con una cúpula a la que algunos analistas atribuyen una lucha cainita, fratricida y cercana al suicidio con filtraciones de fotografías realizadas desde la la propia directiva. Del PSOE mejor no hablar y los marginales se pierden tratando de tomar trenes populistas que a nada conducen y en ese maremagnum de locura me encuentro perdido y sin referencias, esas que me han acompañado tantos años y que ya no sirven de nada.
Mi entendimiento no tiene claves para organizar ni la vida política nacional bajo esquemas coherentes y de la internacional, mejor no hablar, que explotan. El imbécil del de Corea del Norte, una especie de degenerado imbecilizado de poder y egolatría está a punto de liarla sin que nadie pueda hacer nada salvo volatilizar el país entero, así que mejor no tocar nada.
Lo dicho: no entiendo nada y si alguien puede darme alguna clave racional para abordar la realidad, que por favor se ponga en contacto conmigo, que le estaré eternamente agradecido.
Clío nos da la clave: canta "las gestas" humanas, así que la musa se coloca ajena a la verdad
Mi amigo Guillermo, desde Uruguay, comparte un escrito de Juan Martín Posadas que nos cuenta historias sobre la visión subjetiva de la historia de los pueblos y la cosa da para mucho. ¿Cómo se ve cada pueblo con respecto a los demás y a su propia historia? ¿Qué lente de subjetividad aplicar para ese autoanálisis de lo que otros vivieron o nosotros mismos desarrollamos como suceso social?
Personalmente, creo que la historia que conocemos, la que vivimos y la que nos cuentan los protagonistas directos de los hechos históricos, van construyendo edificios superpuestos unas veces, paralelos otras y enfrentados muchas otras, de manera que el intento de objetivar la historia se despeña por los barrancos del fracaso. Si, como se dice en el artículo, aplicamos los grandes trazos que sugiere Braudel, el riesgo de acabar transmitiendo o creyendo banalidades es tan grande que invalida las conclusiones que podamos sacar.
¿Y qué hacemos entonces con la historia? Aplicar grandes dosis de escepticismo, cuestionarlo todo y estar abiertos a que documentos, pruebas y nuevas fuentes válidas le den la vuelta a todo como a un calcetín en la zurcidora.
Si reviso la historia que yo mismo he vivido y la comparo con aquella que los diferentes gobiernos que me han tocado soportar han querido hacer “oficial”, la conclusión no puede ser más pesimista: la historia de verdad no existe. Más allá de las frases hechas de estilo de “la hacen los héroes y la escriben los cobardes” o “la escriben los vencedores”, la historia va cambiando conforme a los datos y hechos más o menos contrastados se les aplica el filtro de la actualidad y de nuestros propios y muy modernos valores.
En fin, que cada quien se mire al espejo de sus propias historias y se pregunte con que historias, diferentes y diversas, se contará la historia que hemos vivido y vivimos hoy en día y podrá darse cuenta de que el caos de los estudiosos del futuro está poco menos que garantizado.
Pretendo ser políticamente incorrecto razonando mis comentarios. Puedes insultarme, pero recuerda que es más efectivo el razonamiento y si lo haces bien, puede que incluso cambie mi postura. Te animo a la discusión.
¿Qué es el Materialismo Filosófico?
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Gustavo Bueno.
*Sistema filosófico desarrollado por Gustavo Bueno (1924-2016)*
*Definición en la Enciclopedia Symploké (actualmente con enlaces caídos)...
De tanto perder, aprendí a ganar.....
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Hoy por casualidad, o por causalidad no lo tengo muy claro, me he
encontrado con un poema de Nadine Stair, mal atribuido a Jorge Luis Borges,
que da n...