La mañana que nos querían robar
A pesar de cataclísmicos pronósticos de la agencia estatal de meteorología la mañana ha amanecido espléndida, una auténtica consagración de la primavera a la que he entregado mis pasos en busca de ese ritmo lento y descansado que aspira a cansar al tiempo más que a cumplir distancias y etapas. Y la mañana se abría al sol; y los milanos negros se entregaban al viento para mirar desde arriba las inútiles carreras de los perros tras los conejos mientras mis pensamientos se dejaban acompasar al disfrute de lo inesperado.
Como los que siguen estos textos saben, hace unos meses que vengo peleando en rebeldía contra lo que yo entiendo que la vida me depara mientras que mi amigo Pepu, más dado a las suaves reflexiones de butaca, me dice que me equivoco, que el truco es otro. (Cito a mi amigo por no citar lo que es obvio: en general me equivoco y mis allegados se cansan de hacérmelo ver, pero eso no tiene gracia).
Hoy, mientras el sol me calentaba la calva, me he dado cuenta de que es verdad, de que ningún buen navegante lucha contra los vientos portantes intentando dar marcha atrás en busca del paisaje perdido. El buen navegante aprovecha esos vientos y las oportunidades que le ofrecen, se enriquece con los alisios y se deja sorprender por los suaves amaneceres de olas largas y sol en la espalda rumbo al Oeste, nunca al Este.
Hace meses que me empeño en dibujar mi vida futura basada en lo que he perdido, nunca he pensado en mi futuro en clave de descubrimiento. Como la AEMT hoy, me parece que he equivocado el tiro y que el
futuro se dibujará a si mismo como él quiera, con absoluta independencia de lo que yo me empeñe en anticipar.
Hoy, la mañana se ha abierto a lo que ella, no los otros, había pensado y yo he podido disfrutarla porque estaba despierto, dispuesto y con las gastadas botas viejas listas para ponerse en marcha. Es muy posible que mi amigo Pepu tenga razón y lo único que necesitemos para disfrutar la vida es dejarnos llevar por ese viento portante que es el tiempo y que sólo tiene una dirección: el futuro. También es posible que, como la mañana de hoy, el futuro se deje disfrutar sólo con condiciones muy simples: estar despierto, tener las botas puestas y los bastones en la mano. Si además hay un par de perros con ganar de correr conejos, todo será perfecto y podremos disfrutar de paisajes distintos que no serán ni mejores ni peores que los paisajes que dejamos atrás.
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