Persecución internacional para los torturadores
Desde que empezaron los primeros pasos de la mal denominada "primavera árabe" vengo comentando mi inquietud, hoy certeza, sobre la verdadera trascendencia de esos movimientos en todos los órdenes de la sociedad, especialmente en los que a la mujer atañen.
Hoy, con bastantes meses de desarrollo y ya asentados muchos de los principios sobre los que estos nuevos estados quieren levantar su convivencia, podemos constatar que esa primavera se ha convertido en un oscuro invierno de hielo para la mujer. Nada, absolutamente nada de cualquier avance relacionado con el papel de la mujer y su libertad ha podido nacer en esa primavera; antes bien: la oscuridad de la sharía ha impuesto su férula sobre ellas haciéndolas retroceder hasta el extremo de que Egipto se plantea permitir y amparar, por ley, el retorno de la ablación del clítoris a las niñas.
El Islam y lo que del Islam se desprende y emana, se ha demostrado atroz y de una extrema crueldad con la mujer. No hay excusas, no hay matices ni posibilidad de arreglo o negociación: el Islam odia a la mujer de la misma manera que la odió el cristianismo en el medievo con una importante diferencia, que el cristianismo no sistematizó la crueldad de la tortura o la mutilación, sólo la inferioridad y el maltrato.
Occidente pastelea con las naciones del islam como si estos países fueran iguales y normales y eso debe terminar, debe erradicarse toda negociación, toda ayuda y todo contacto con ellos. Hay que cortar el grifo del turismo, hay que secar las fuentes, hay que agostar cualquier posibilidad de igualdad. De la misma manera que no nos plantearíamos mantener relaciones diplomáticas o comerciales con naciones esclavistas, debemos expulsar de nuestros ámbitos de relación a los países que fomentan y toleran la esclavitud de la mitad de su población. Así de sencillo, así de fácil y así de ético.
El alma de Rea sigue herida y errante en busca de descanso mientras los poderosos del mundo dejan desvalidas a sus mujeres, a sus madre y a sus hijas, pues cuando una de esas pobres mujeres muere sola y sin ayuda en esos países, con ella muere una parte de nuestras propias hijas o madres. ¿Hasta cuando vamos a seguir impasibles ante esta tortura colectiva?
Pues hasta que Turavia haga una buena oferta para visitar las pirámides con crucero por el Nilo incluido. En ese momento, nos olvidaremos de cualquier solidaridad femenina. Seguro.
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