De los polvos y los lodos

Curiosidades y coincidencias: el papá manda, el amigo de papá dirige una empresa y el perro de papá dirige otra empresa. Y aquí no ha pasado nada, pero nada de nada.

Las malas acciones - y asumo la afirmación como enraizada en la moral judeocristiana de culpa y castigo - suelen tener un final no demasiado recomendable que depende, en general, de los distintos sistemas judiciales. En España la cola para recibir sentencias y sanciones empieza a ser tan larga como las colas en las oficinas del paro y el número pasa de los 1600, así que hay cola para rato, pero llegará.

También es cierto que hay quien se cuela y se escaquea, o lo intenta, de manera que Hacienda exonera ala infantita tonta que no sabía lo que firmaba, a diferencia de la hábil octogeneraia gallega que, desde sus escasos cimientos formativos, conseguía discernir las bonanzas de las preferentes. Cosas de la realeza, de la que ya hablaremos uno de estos días para analizar lo inhumano de su trabajo.

Hoy los titulares se centran en el puro que le ha caído -uno más- al insigne Berlousconi, con una inhabilitación a perpetuidad y una condena de seis añitos que se suman  a otros cinco que tiene recurridos ante el supremo. Sabemos que los italianos quieren ser como él y disfrutar de sus fiestas bunga-bunga, pero lo que de verdad sabemos es que la sanción llega tarde, no es proporcional al inmenso daño causado y deja, una vez más, al estado italiano a los pies de la demagogia.

En nuestra casa, parece que lo de la Gurtel se va acercando allí donde más miedo da su presencia: al inmaculado altar de los Aznar. Hoy son los viajes adjudcados sin concurso alguno, pero ya se van sabiendo cosas de la famosa boda y en poco tiempo más alguien buscará razones por las que Telefónica patrocinó al equipo Renault de Fernando Alonso a través de una empresa de publicidad dirigida, entonces, por un personaje bastante siniestro. Es posible que alguien encuentre pistas de una jugosa comisión que a lo mejor hubo que habilitar deprisa y corriendo porque nadie había caído en que nada es gratis y que la cara dura hay que pagarla a precio de oro.

Hay muchos polvos que todavía no han recibido la visita del agua, esa que limpia y barre los los lodos para dejar, otra vez, limpios los salones de la vida pública, pero todo se andará.