Por encargo desde la 10

Lo de reunirse con amigos que además dicen ser lectores de este blog tiene sus cosas y una de ellas, por fortuna no muy habitual, es la de recibir encargos. La comida de hoy, en la mesa 10 de un sitio muy recomendable - La Bolera, en la calle Agastia  -  ha concluido con un encargo directo: tienes que hablar del Orgullo Gay. No se que afición oculta le tiene mi amigo el Barrios al colectivo, pero habrá que hacerle caso por aquello de que no me acuse de cualquier cosa.

Ya he dicho varias veces, aunque no lo haya procesado el tal, que tengo el máximo respeto por los homosexuales,  tanto que entiendo que la propia naturaleza o tendencia o gusto o afición, no debería ser objeto de declaración alguna, pero la situación actual mezcla cosas. Hemos pasado de la persecución y la repudia a una especie de reivindicación festiva del tipo "ponga un gay en su vida" (lo del ano queda muy fuerte) y la verdad, ni lo uno ni lo otro.

La homosexualidad es y existe desde siempre, sin más, sin que de mi parte sea necesario nada más: personalmente me importa un rábano con quien comparte sábanas cada quien, pero es cierto que todavía hay mucho bestia que considera al gay como pieza de caza y es necesario que esos cabestros sepan que no hay nada nuevo bajo el sol y que la inclinación sexual nada tiene que ver con nada.

Este país le ha atribuido al sexo determinadas casualidades directas que nada tienen que ver con la realidad y al homosexual se le ha colocado en la jaula de las locas incapaces de nada, ni valentía, ni inteligencia ni nada propio de "los machos" de pro. De ellas ni se hablaba, que para eso son inexistentes, faltaba más.

El próximo sábado muchos gays se manifestarán en Madrid orgullosos de ...? Y ese es el tema, que ni la honra de las mujeres se haya junto a su culo ni el orgullo tiene nada que ver con las tendencias sexuales.

¿Para cuando el día del orgullo cívico, o intelectual, o solidario o.....? Mientras esa normalidad llegue, bien está que los gays puedan salir del armario sin que eso obligue a nadie a probar, necesariamente, las delicias del cuarto oscuro.