Esperaba con verdadera ilusión la actualización de la maravillosa serie Cosmos, de Carl Sagan. Han pasado mas de tres décadas desde que la serie original viera la luz y desde 1980 hasta ahora han pasado muchas cosas en el mundo de la ciencia y hay muchos avances que estoy deseando conocer mejor y que me los expliquen bien.
Por desgracia, esos avances en la ciencia han sido paralelos al enorme y sorprendente retroceso social e intelectual vivido en los Estados Unidos, origen de esta actualización. Obama abanderó el lanzamiento clamando por una juventud ansiosa de convertirse en los nuevos exploradores, en la vanguardia de la investigación y la ciencia y Obama sabe la razón de su presencia y la necesidad del impulso.
Los dos primeros capítulos desvelan una realidad estremecedora: en pleno Siglo XXI hay que retrotraerse al XIX para explicar y asentar la demostradísima realidad de la evolución de las especies y del origen del cosmos, de la edad de la tierra y otros muchos conceptos que se han visto atacados y relegados en los planes educativos en favor de absurdos como el creacionismo o la teoría del diseño inteligente, construcciones teóricas propias de un mandril descerebrado con la sesera llena de mierda.
En contra de lo que mi cuñado Fernando opina sobre mi vehemencia contra el hecho religioso, se levanta la realidad de un cinturón católico que constriñe a la infancia llenando su cabeza de MENTIRAS y SUPERSTICIONES que envenenan sus mentes y coartan su evolución personal, profesional e intelectual.
Si alguien duda del nocivo efecto de las religiones, que se deje impresionar por lo que esta renovada serie desvela y tendrá cumplida demostración de que deberían estar prohibidas como está prohibido y castigado enseñar que dos y dos son cinco.
Ni más ni menos.
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