¿Que pasaría si, de verdad, pudiéramos parar y elegir lo que quisiéramos que fuera nuestra vida? ¿Que pasaría si, de verdad, el mundo pudiera cambiar su dirección para hacer lo que la gente quiere hacer en lugar de hacer lo que quieren los que mandan? Sinceramente, no lo se. Solo se lo que yo pediría, pero empiezo a estar convencido de que el ser humano tiende a la repetición de la maldad, a la prevalencia de esas líneas que tuvieron un papel evolutivo adecuado y que ahora, desmandas y exageradas, nos llevan al desastre: dominación territorial, agresividad, poder social, jerarquía y violencia.
Podemos elegir encauzar de nuevo toda esa tendencia y, como los Bonobos, convertir las pulsiones destructivas en comportamientos que mejoren la cohesión y la armonía del grupo. Hace cinco millones de años las líneas evolutivas de los homínidos y del chimpancé se separaron, pero era demasiado pronto: teníamos que haber esperado un poco más y tomar la línea separada del Bonobo para evitar el asentamiento de las conductas más violentas como elementos estructurales en el grupo.
Me temo que ya es tarde y que, aunque pudiéramos elegir, en poco tiempo estaríamos igual y que alguien, un sábado pro la mañana tomando café, se preguntaría si, de verdad, queremos cambiar o nuestra naturaleza nos lleva a seguir avanzando por este camino de absoluta destrucción.
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