Ellos si mintieron, manipularon y nos llenaron de ridículo ante el mundo buscando votos.
En el décimo aniversario de la bestialidad del 11 M no quiero hablar de la tragedia en si, sino de un hecho del que, creo, no ha habido suficiente reflexión y que, desde mi punto de vista, debería estudiarse en las universidades de Políticas. Sin ser un experto o tener toda la casuística en la cabeza, creo, y lo creo firmemente, que el PP de aquellos días -al igual que haría el de hoy, pues son los mismos - consiguió gestar una catástrofe política única en la historia.
Tanto ésta como la Psicología, vaticinaba que cualquier grupo se cohesiona ante la amenaza del enemigo exterior y refuerza al líder del momento por encima de cualquier otra opción. Esto, que Hitler utilizó contra los judíos para enarbolar el estandarte del pueblo ario en contra del resto del mundo, es una regla tan manida, tan conocida que basta seguirla con no mucha destreza para que las masas sigan al jefe atacado con ciega entrega.
Yo, personalmente, no conozco un solo caso en la historia en la que un jefe, presidente, caudillo o se le llame lo que se le quiera llamar, que ante un desmedido ataque contra TODA la nación, haya cavado su propia fosa mediante mentiras, engaños y manipulaciones. Sólo el gran Aznar, ínclito estadista y preclaro líder mundial, ha sido capaz de conseguir tamaña proeza.
Hoy, diez aos después, no ha sido capaz de reconocer que se equivocó tratando d manipular a los ciudadanos, que mintió descaradamente, que protegió y dio pábulo a absurdas teorías conspiranoicas que, todavía hoy, nos llenan de asco a los normales. Ellos, todos ellos y muchos de ellos hoy en el gobierno, hablan de la sangre, del horror e incluso de las víctimas, pero a nadie, que yo sepa, se le ha ocurrido reconocer que, al tratar de manipular aquellas elecciones -y ellos sí que trataron de manipular el atentado en beneficio propio - metieron la pata hasta el converjón y nos llenaron, a todos, de vergüenza ante el mundo y ante nosotros mismos.
De eso, desgraciadamente, se habla poco, demasiado poco
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