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jueves, 13 de mayo de 2010

Sarah Palin



Juro que hoy, inmerso en una galbana primaveral de órdago, tenía la loable y sana intención de apagar rápido tras mirar los últimos mails y echar un ojo a las noticias de última hora cuando me he encontrado con un titular que requiere lanzar, por lo menso, un par de tacos bien gordos al ciberespacio. Pasen y vean: “La Ley estadounidense debe basarse en el Dios de la Biblia y sus diez mandamientos”. Si señora, con dos cojones, que las elecciones las perdiste por andarse con mariconadas y medias tintas.
Sarah Palin, fichaje estrella del señorito de Aznar, el potentado Murdoch, se ha prometido a sí misma no volver a las medias tintas y lleva unos cuantos programas – muy malos ellos, según los índices de audiencia – dando caña a diestro y siniestro para que los EEUU se conviertan en un campo de concentración o de tiro al blanco, que la cosa no está muy clara y los de la asociación del rifle pesan mucho con sus peticiones de liberalizar las prácticas. Esta nazi convencida, abuela prematura de una niña a la que, además de no educar, obligó a tener un niño no deseado y a casarse fugazmente con un pobre chaval que ha salido corriendo espeluznado de lo que oía en su familia política, lo quiere todo: quiere a Dios en la tierra comiendo hamburguesas de McDonald´s en un pueblo de Ohio; quiere a Darwin y a la ciencia arrinconados y vilipendiados fuera de las escuelas; quiere que los sensatos estadounidenses de pro sean tan incultos como ella y -además de ignorar el mapa de su propio país – no tengan ni puta idea de dónde están los países que sus tropas invaden y dejan como solares; quiere que Alaska reviente de petróleo como una botella de espumoso californiano; quiere sumir a su país en una noche oscura y terrible donde el pensamiento sea condenado, erradicado y olvidado a favor de una moral casposa, miserable, violenta y deleznable.
Esta tipa, cuya capacidad de elaborar pensamientos complejos debe situarse en la escala evolutiva entre el mejillón y la gamba, quiere dictar los destinos del país más poderoso del mundo a la espera de los chinos y lo malo, lo muy malo, es que cualquier día alguien que tiene los mismos principios y un poco más de inteligencia –no mucha – será capaz de encontrar el maquillaje adecuado para decir lo mismo, pretender lo mismo y hacer que suene un poco diferente. Ese día, queridos niños, la habremos cagado del todo. Y ojalá me equivoque, pero me temo que tras Obama, vendrá alguien mucho más negro que ocupe el poder.

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