Mitra y el toro
En este blog se mantienen una serie de temas en la lista del hit parade con fijación inamovible. Uno de ellos es el de la religión, que aunque alguien pueda pensar lo contrario, es el que menos me gusta y el que, con diferencia, menos me aporta. Me resultan mucho más entretenidos los relacionados con la ciencia, la física, las estrellas y la naturaleza; pero la religión, o mejor dicho, la Iglesia Católica se mete por las rendijas y acaba reclamando el protagonismo me guste o no.
Esto ha llegado a un punto en el que intento hablar de las religiones del libro, concepto más próximo a lo que quiero expresar cuando escribo sobre el nocivo papel de la religión “oficial” en la sociedad; su papel a la hora de bloquear el avance científico, sus enormes ansias de poder; la común aspiración de instaurar una sociedad regida por principios teocráticos obligatorios para todos; la sangre derramada en su nombre; los millones de vidas perdidas en luchas religiosas y la inutilidad de las muertes generadas en su nombre.
Ya que es la que tenemos más cerca y la que genera más tensión, voy a dar cuatro pinceladas sobre las razones de mi frontal rechazo a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, nuestro azote habitual. En primer lugar, me espanta su nacimiento y la forma en la que, en pocos años, se supeditó al poder y se convirtió en un instrumento de unificación política al servicio del Estado. Absorbió fechas, celebraciones, mitos, ritos y cultos; se cimentó en testimonios y escritos que, con pretensión de acta notarial sobre la vida y hechos de Jesús, fueron escritos con décadas de retraso por autores que ni conocieron al protagonista.
Y si malo es el nacimiento, mucho peor es el desarrollo, al que no veo posibilidad de encontrarle nada bueno, ejemplar o salvable por mucho que me esfuerce. Es cierto que hay individuos ejemplares que conviven en la organización, pero como siempre hay quien cambia la parte por el todo y coloca a estos santos al frente de la manifestación: ya aviso que no compro, que esos ejemplos, loables, NO SON EL SISTEMA, no llegan nunca a ostentar el poder dentro de la curia romana y que, en definitiva, no pinchan ni cortan. Cuando hablo de la Iglesia, me refiero al gobierno de la iglesia y a sus jerarquías, no a sus bases que no ostentan el poder. Que los comentarios se orienten en ese sentido, que la liamos y no llegamos a ningún lado.
La Iglesia Católica ha sido, y es, un nido de corrupción, de luchas de poderes, de búsqueda de dinero, poder e influencia para mantener un lugar privilegiado en la sociedad, en la enseñanza y en la recogida de beneficios. Heredó y gestiono las instituciones y figuras del derecho romano en su beneficio, cobró diezmos mientras Europa moría de hambre; gestionó burgos, villas y privilegios; vendió todo lo vendible y comerció con todo, incluso con el más allá cuando el más acá ya estaba esquilmado y no quedaban ni los rabos. Mató, asesinó, quemo libros, obras y personas que tuvieron el atrevimiento de pensar; tomó las armas para defender al poderoso contra el débil; pontificó sobre cuestiones de ciencia errando siempre y sistemáticamente, negando incluso la posibilidad de acertar por casualidad –máximo exponente de su pelea con todo, cálculo de probabilidades incluido – pero lo peor, lo más perverso, es que ha conseguido trasladar el peso de la prueba al otro lado y eso lo padecemos todos.
Me explico: trasladar el peso de la prueba significa que los que estamos convencidos de que dios no existe, de que jamás ha habido una prueba de su existencia y de que nunca nos ha dejado una tarjeta, debemos DEMOSTRAR la inexistencia de dios en lugar de ser ellos, los que creen en algo que nadie ha visto, los que se esfuercen en buscar las pruebas de sus absurdas aseveraciones. ¿Hay que demostrar que una mujer no puede seguir siendo virgen tras dar a luz? ¿De verdad pretenden que se pierda el tiempo en esas gilipolleces? Los que creen en lo que nadie ha podido demostrar son los que deberían estar perdiendo el culo trabajando para encontrar pruebas y no los que nos encogemos de hombros igual que cuando alguien nos habla de elefantes voladores. Que me los enseñen y me lo creeré. Mientras tanto, que la Iglesia y el resto de las religiones molesten y contaminen y envenenen y enfrenten y toquen los cojones lo menos posible y que dejen que la ciencia y el conocimiento avancen; que cuando el conocimiento crece y se expande y busca fronteras cada vez más lejanas, los intransigentes del libro se quedan sin sitio y eso es bueno; francamente bueno.
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ResponderEliminarTambién voto por dedicarnos a la ciencia; inteligencia artificial y kinemática . . . robots, estoy evaluando poner dos centavos en irobot (nasdaq). Los robots no tienen problemas con el más allá, ni el más acá, ni con limpiarnos los zapatos durante 24 horas a precio de voltio. Me obsesiona el modo en que androides y máquinas van a cambiar el mundo, están asomando la patita.
ResponderEliminarJuzgar hechos de una organización hace 500, 1000 años . . . es resucitar los juicios de Nürenberg.
Para dormir tranquilos tengo una buena noticia; ni la Iglesia, ni la CIA, ni la KGB nos persiguen; ya sólo Franco nos acecha!
Bona nit
Ya es hora de separar iglesia y estado.
ResponderEliminarYa es hora de que la iglesia se dedique a ayudar a los demás.
Ya es hora de que la iglesia se dedique sólo a lo suyo,a salvar nuestras almas.
Ya es hora de que la iglesia se siga amparando en la ley divina.
Ya es hora de que nos dejen en paz.
Amén