Il Cavaliere deja claro lo que piensa de aquellos que le votaron.
Mientras tanto, ancha es ..Italia
Roma, que era una ciudad, inventó el estado, el imperio y el derecho. Todo al servicio de aquellos que tuvieran el valor, la habilidad y la ambición de engrandecer el patrimonio de Roma para obtener, como añadido, el incremento de su propio patrimonio. Y Roma era generosa, muy generosa. Por ejemplo: cuando el encargado de administrar una provincia, en calidad de pro pretor o pro cónsul, salía de Roma, lo hacía en posesión del dinero necesario para hacerlo durante un año. Lo que hiciera con ese dinero era cuestión en la que Roma no se metía; sólo pedía que la provincia fuera gestionada y administrada. Si el encargado se buscabala vida de cualquier manera, bien hecho estaba.
Los grandes hombres de Roma crecieron a la sombra de la ciudad y con sus ejércitos la hicieron crecer, pero ellos también lo hicieron con ella; un trato justo. ¿Que como funcionaba la cosa? Muy sencillo: a lo largo del llamado “cursus honorum” el individuo “invertía” en los cargos de tribuno, pretor y cónsul, llegando a acumular deudas enormes incrementandoo, de su propio peculio, los bienes y servicios de la urbe: juegos, calles, fiestas, vías, y cualquier cosa que los ciudadanos valoraran mucho y aportaran votos para el futuro del generoso. Tras los cargos y las deudas, Roma daba la oportunidad de resarcirse gracias a las provincias y a la concesión de legiones con las que doblegar poblaciones y aumentar el tesoro. César llegó a su primer cargo de importancia al límite de lo permisible y casi embargado. Volvió de Hispania con sus finanzas resueltas y saneadas a la espera de los enormes caudales de las Galias.
En definitiva: primero el ciudadano invertía en la ciudad y luego la ciudad, la cosa pública, le dejaba resarcirse. La cosa funcionaba y la república se hizo tan grande que se convirtió en imperio y la frontera entre lo público y privado se difuminó aún más.
Italia siempre ha conservado ese elemento de relación compleja entre el individuo, la sociedad y el estado, hasta el punto de que la institución del “páter familias”, convertida con la caída del imperio en Iglesia o en mafia, ha pesado, y pesa, a veces más que el renacido estado al que nadie se tomó nunca demasiado en serio.
¿Y? Todo esto para explicar la absurda, incomprensible, vergonzosa y exagerada figura de Berlusconi como elemento de rechazo y envidia del italiano medio. Por un lado, le repugna su comportamiento, entiende que es todo una farsa y una vergüenza, pero también reconoce la verdad, la triste verdad: en el fondo, a muchos les gustaría tener su omnímodo poder. Y contra eso, por mucha orgía, corrupción y voto comprado que se conozca, no hay demasiado que hacer. Lamentable, pero verdad.
Para estar tan cansado y no tener ganas de escribir te ha quedado redondo
ResponderEliminarse nota que empiezas a ser un escritor