Una vez más, el absurdo se adueña de la verdad la caricatura toma las riendas de la realidad para destruir al personaje que le dio la vida. Álvarez Cascos, el ministro que quiso pasarle a Portugal el “marronazo” del Prestige; el comelobos de Aznar, uno de los personajes más desabridos, duros y feroces del PP se revuelve y parece dispuesto a encabezar la montañesa reconquista desde la mismísima Covadonga asturiana.
El culebrón está servido y en su desarrollo podemos encontrar las señales más consumadas de las tramas novelescas que tanto éxito están teniendo en las teles de todo el mundo: el acólito mata al maestro que le introdujo en los altos círculos de la política; el que disciplinó ve como esa misma disciplina se vuelve en su contra; el poderosa caído en desgracia que quiere reivindicarse luchando contra sus antiguos compañeros...y una de las mejores creaciones de los muñecos del Guiñol, de Canal +, hecha realidad: Cascos, el caníbal que quiere alimentarse del cuerpo de sus antiguos camaradas.
Este Anibal Lehter de la política, este personaje digno de novela del XIX, puede ser el que abra el temido melón que la derecha nunca ha querido abrir: el de un partido ala derecha del PP. ¿Será posible que, por fin, en España se cree un partido que reivindique su verdadera naturaleza con desparpajo? Somos de derechas, con todas sus consecuencias, que nadie se confunda. Pero ¿que derecha sería la capitaneada por Álvarez Cascos? Esa es la pregunta del millón.
Lo primero que debería ser reconocible es la localización en la derecha, que no veo yo al señor ex ministro colocándose en el amariconado centro, que él es muy suyo para esas cosas y no creo que quiera confundir a nadie.
Lo segundo, si, es que se denominarán como modernos y europeos, algo que no es demasiado creíble pero que, seguro, se producirá. El hecho de que la derecha europea esté a años luz de las posiciones que estos señores quieran tomar, es otra historia. E
Lo tercero es que es tan sencilla la coña; la metáfora de la reconquista, el heroísmo del nuevo Pelayo reinando en Asturias para lanzar sus ejércitos ideológicos a la santa tarea de iluminar esta España desmembrada que añora las gloriosas banderas de la unidad. Me imagino a Aznar preocupado por la posibilidad de que este leñoso retoño le robe la oportunidad de un regreso con reminiscencias épicas; veo a Esperanza trémula ante la posibilidad de perder el paso y no ser ella la que termine de rematar a Rajoy con la última puñalada, esa que le permitiría consagrarse como la elegida del destino; veo ...tantas cosas curiosas, que ante mis ojos desfila un tratado completo de maquiavelismo político.
Es sólo un instante en la vida política de este país, pero es un instante tan intenso que, seguro, deslumbra más de lo que alumbrará de forma sostenida que nos hace desear un ritmo sostenido y no un fugaz momento en el que cualquier cosa era posible.
Cascos es un elemento peligroso, duro y tenaz del que espero mucho juego para este blog, que al final, uno es egoísta y también disfruta teniendo a mano materiales de primera, esos que hacen que todo sea sencillo y el texto crezca empujado desde fuera y no por el sudor y el esfuerzo del que escribe. Paco Cascos asegura kilómetros de líneas agradecidas a sus salidas de tono, a sus comentarios, a sus inigualables desplantes al sentido común y a la sensatez de las cosas. Si en el Prestige rozó la gloria, en esta nueva andadura promete la consagración, el incienso y los altares, que por mi no quedará, lo aseguro.
Como final, dos comentarios: el uno hacia los caídos Muñecos del Guiñol, verdadero lujo del que pudimos disfrutar años. El segundo, a la permanente vigencia de un genio que todos los días nos recuerda que hay una realidad paralela tan importante, o mas, que la que percibimos los comunes.
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