Sede central de la VOC en Amsterdam. Hoy un recuerdo y ayer la primera gran multinacional del mundo. Cosas que pasan.
Leo que Liberty le exige a PRISA el despido de 2.000 trabajadores, mejor dicho, le exige “reducir en 2.000 el número de empleados”, algo imprescindible para cumplir con las expectativas de los inversores. Esos inversores, los inversores de todas las empresas y multinacionales, actúan como esos entes, tan de moda últimamente, que hemos convenido en llamar “los mercados”. No tienen rostro, no tienen nombre, pero lo que si tienen es una codicia desmedida que se lleva todo por delante.
En su nombre se gobierna, despide, actúa, planifica y somete par, acto seguido, darse cuenta de que nunca es bastante y de que esos entes quieren más, siempre quieren más. Por otros motivos, he estado refrescando la historia de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, la primera multinacional cuya historia, datos económicos de rentabilidad, buena gestión y estabilidad deberían constituir un modelo para todos y que, con la actual voracidad de esos “mercados”, sería pasto de la quiebra y bancarrota en un par de ejercicios.
Para que todos seamos conscientes de esos datos, los resumo copiando de la famosa Wikipedia “En su cenit en 1669, la VOC es la compañía más rica de la historia del mundo: cuenta con 150 buques comerciales, 50.000 empleados, un ejército de 10.000 hombres, una marina de 40 barcos de guerra y estuvo dando dividendos estables del 18% anual durante 200 años”. Esta compañía, además, gestionaba territorios coloniales y fundó, entre otras muchas ciudades y asentamientos, la actual Ciudad del Cabo.
Funcionaba con una efectividad absoluta, era prácticamente una “nación privatizada”, inventaron las participaciones accionariales y la cotización de las mismas, cada expedición llevaba sus cuentas de forma independiente, de forma que se podía invertir en al compañía, en el viaje de un barco, en el barco mismo o en las mercancías que se transportaban. Pues bien, todo ese modelo, hoy, no hubiera servido para nada.
A esta compañía se le hubiera exigido el cumplimiento de parámetros y expectativas que hubieran hecho imposible la permanencia de los enclaves, la seguridad de las rutas, la funcionalidad de sus cuerpos militares etc. Como los mercados ya habrían “descontado” ese 18%para invertir esperando más beneficios, la compañía hubiera tenido que prescindir de barcos de guerra (cuyos costes eran inmensos, tan grandes que hoy no podríamos imaginarlos), hubiera recortado el número de efectivos militares, hubiera prolongado la vida activa de las naves y los materiales dando como resultado un mayor número de naufragios...y la compañía se hubiera ido a la mierda sin ningún género de dudas. Eso, a pesar de la dureza extrema con la que se gobernabanlas finanzas y todo loq ue tenía que ver con la vida de la empresa. ¿Os suena de algo al dureza de los "afrikaneers"? Pues los primeros fueron empleados de la VOC, siglas de la empresa.
Hace años que mantengo que esos entes inmateriales, esos “mercados”, “inversores” “bolsas” y “fondos” deben invertir pero no deben gestionar las empresas en las que invierten por la simple y sencillísima razón de que no suelen tener ni la más remota idea de lo que esas empresas necesitan para sobrevivir en sus propios hábitats de negocio.
Las compañías deben poder mantener criterios de sensatez empresarial que, dando resultados “normales”, “sensatos” y “ajustados” les permitan defenderse de esa absurda tiranía maximalista que potencia tanto el corto plazo que impide a las empresas mantener su valor como agente fuerte, estable y fiable. Esos “inversores” han cambiado de nombre y, en realida, actúan como meros especuladores que cambian el valor de las compañías por los beneficios de unos pocos años. Matada esa empresa, descapitalizada y privada de todos los activos ya liquidados, cogen su dinero y buscan nuevas víctimas que parasitar bajo el engaño de “dinero fresco”. Mal va la cosa, de verdad.
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