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miércoles, 13 de abril de 2011

31 años, 20 vidas

Jose María Sagarduy "Gazka" sale de la prisión de Jaén.
Sale al encuentro de 20 muertos y de una vida pedida.
¿Le habrá valido la pena?

Sale de la cárcel, tras 31 años de reclusión, un etarra corresponsable de veinte asesinatos, mejor dicho, de veintiún asesinatos si a la vida de los ya muertos, sumamos la suya propia como una vida desperdiciada y consagrada al terror, la muerte y la destrucción.
Ya se que a muchos esos 31 años les parecen pocos, pero a mi me parecen una enormidad de tiempo; una montaña de tiempo que cae sobre la vida de alguien lo suficientemente equivocado como para hacer de su paso por el mundo un instrumento de muerte, daño y destrucción.
Producto de esta liberación se levantarán voces pidiendo, como siempre, la pena de muerte como máximo recurso, que el del cumplimiento íntegro de las penas ya está vigente y hace años que los etarras que entran en prisión empiezan a conocer la lentitud de las horas carcelarias. Entiendo la perplejidad de las víctimas ante el sistema, pero es que el sistema debe funcionar con esa crudeza: delito, juicio, condena, cumplimiento y a otra cosa, mariposa. Duro, pero real, que cumplida la pena nadie debe, por otra causa que su propia voluntad, quedar preso de sus errores.
Me da una pena inmensa tanto dolor inútil, tanta vida desperdiciada y tanto odio derramado sobre un mundo que está sobrado de dolor. Las víctimas tendrán un motivo más para el dolor y la solidaridad y para exigir justicia, nunca para la justificación de la venganza. Habrán pasado 31 años sobre una vida desperdiciada al servicio de la muerte. Mala causa para un pago tan caro.

3 comentarios:

  1. La venganza prolonga el dolor y hace estéril el cumplimieento de las penas impuestas.
    El perdón, sin arrepentimiento tampoco borra el sufrimiento de tantas víctimas.
    La justicia hay que aceptarla porque es lo único que nos queda.
    a.m.

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  2. Desde luego es inútil tanto dolor, pero no es lo mismo elegir destrozar tu propia vida en la cárcel, porque has matado a sangre fria a veinte personas, que esas veinte familias que sin comerlo ni beberlo, se han visto arrebatadas de su ser querido para siempre.
    La cárcel para toda la vida, es coherente. Si además sale sin arrepentimiento, va a salir con muy mala leche por haber estado tantos años oprimido por un estado fascista.
    Esto ni es un estado de derecho ni es nada...

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  3. Pena…, ninguna pena me da a mi que el responsable de tanto dolor y tanta muerte salga de la cárcel tras haber pasado por ella solo 31 años de los 74 años que nuestra “laxa” justicia le había impuesto sin arrepentirse de lo que había echo y asegurando que si lo tuviera que volver a hacer lo repetiría sin problema alguno por su “patria vasca”.

    Que a una “persona normal” le parezca una “enormidad de tiempo” esos 31 años, es una postura que compartimos todos, salvo que tengamos claro, que el terrorista no es una persona normal, ya que con 21 años no le tembló el pulso a la hora de arrebatarle la vida a gente cuyo único delito, era no formar parte de su delirio “nazionalista”.

    Amén de que ninguna victima esta pidiendo la pena de muerte, únicamente que cumplan las penas que se les impone, porque es un brindis al sol decir que “ya esta vigente el cumplimiento integro de las penas”, cuando nuestro ordenamiento jurídico y penal no permite que una persona esté en la cárcel por el mismo delito más de 40 años (en este caso estuvo más tiempo, porque dentro de la cárcel siguió delinquiendo), aunque se les condena hoy en día a más de 2.000 o 4.000 años de cárcel.

    Por lo que no es tan descabellado el pedir la cadena perpetua revisable para personas con este tipo de delitos (terroristas, violadores reincidentes o asesinos en serie), en países europeos con más tradición democrática que el nuestro, se aplica sin ningún tipo de complejo Gran Bretaña, Irlanda, Dinamarca, Francia, Alemania, Austria, Suiza, Grecia e Italia. Ya que aunque uno de los fines de la “pena de cárcel”, según indica nuestra constitución, es la rehabilitación del reo, otro fin no menos importante, es la separación del delincuente del resto de la sociedad para que no pueda seguir agrediéndola.
    Pero claro, es la moda de lo “políticamente correcto” y en estos asuntos, no hay alegato que se precie, que no contenga los términos “reinserción”, “democrático” y “derechos humanos” salpicando la charla, aquí y allá, como el que no quiere la cosa. Si se repiten en varios párrafos, mejor. No falla, los vas dejando caer en cualquier parte del discurso y quedas fetén.
    Todos merecemos una “segunda oportunidad”, bien, pues la cadena perpetua revisable es una oportunidad fantástica para demostrarlo. ¿Quieres que volvamos a confiar en ti? ¿Crees que podemos hacerlo? Estupendo, pues… ¡Demuéstralo!
    Sería bonito y muy democrático, que por una vez en España, nos pusiéramos en lugar de las victimas y no el del “pobre delincuente”, que a cualquiera de nosotros, familiar, amigo, nos puede tocar el ser la victima, sin olvidarnos que una victima del terrorismo es exactamente igual que nosotros y que no ha elegido ese papel; y con la única diferencia, que cuando pasen 31 años, no va a volver a ver su familiar asesinado, ni recuperar su extremidad amputada,… y aun así, lo único que piden es dignidad y justicia.

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