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miércoles, 20 de abril de 2011

Aprendizaje



Enlace al primero de los cinco videos de Richard Dawkins explicando su postura. (Si tienes suerte, se enlazan solos)
Muy interesantes, de verdad.


Estos días, en los que baja el ritmo y se tiene la oportunidad de curiosear por la red en busca de videos entretenidos o curiosos, me ha dado por consultar intervenciones relacionadas con el ateísmo reivindicativo –por fin-  de Richard Dawkins y los diferentes videos de respuesta que cuelgan sus detractores.
Lo primero que se demuestra es la tesis de que lo peor, lo más execrable en la sociedad americana, por debajo de negros, chicanos, amarillos y demás ralea perseguida por esos evangélicos militantes, es el ateo. Ellos han colocado su nación bajo dios (Bush padre dixit) y no entienden que un ateo pueda ser ciudadano o patriota. Curioso, pero así es. Cuando les hablan de estadísticas europeas al respecto, poco menos que creen que les toman el pelo.
Lo segundo que llama la atención, y mucho, es la imposibilidad de entender la postura del ateo con respecto a la incertidumbre de sus conocimientos, planteamientos y el posible cambio que pueden sufrir estos en el futuro. No pueden comprender que esos cambios, ese derrumbe de las construcciones intelectuales actuales, será recibido con toda tranquilidad, normalidad y “fair play”. Dawkins cuenta la anécdota de un profesor de su departamento que, tras más de quince años de trabajo intentando demostrar un principio, tuvo que asistir a una conferencia en la que otro investigador destruía ese principio de la forma más clara, rotunda e indubitable. Este científico simplemente se levantó al concluir la conferencia, se acercó a orador y le dio las gracias por hacerle ver lo equivocado que estaba. Tan sencillo, limpio, honesto y honrado como eso.
Me pregunto que harían estos fanáticos si, de repente, se les cayeran las escamas de los ojos y se dieran cuenta de que es imposible crear el mundo en siete días, que la tierra tenga cuatro mil quinientos años o que lo que sabemos sobre Jesús nos ha llegado tras casi cien años de transmisiones verbales de mas que dudosa fiabilidad. No imagino su reacción o el grado de su depresión, de verdad.
Eso en cuanto a la biblia, pero si eso lo llevamos a asumir el papel del ser humano como un elemento más dentro de un conjunto de seres cuya trascendencia es cero; cuya importancia es cero y que sólo se distinguen por un poco, por una leve chispa de conciencia inteligente, de los demás seres vivos conocidos, entiendo que se abrirían las venas.
Entiendo que nuestra realidad, nuestra muy corta realidad como seres pensantes capaces de sumar conocimientos generación tras generación, da para muy poco; apenas para empezar a comprender la verdadera naturaleza de la realidad que nos rodea; las claves del mundo físico que nos condiciona y con el que mantenemos una relación consciente. Sabemos muy poco, es cierto ¿y? ¿Acaso eso impide querer saber más? ¿Impide que nuevos conocimientos nos enseñen nuestras equivocaciones y aprendamos de ellas? Por supuesto que no, pero es más grave aún: pensemos en lo que, como humanos, hemos sido capaces de conocer y profundizar en los últimos ciento cincuenta años. Es impresionante y además de impresionante, curioso que ese periodo de tiempo coincida con el escaso plazo en el que el hombre ha podido pensar e investigar en un ambiente parecido al de la libertad intelectual, lejos y al margen de las religiones.
Quiero aprender y que mi mundo se destruya y se cree cada día con nuevos conocimientos que aumenten mi comprensión del universo; me encantaría comprender cada día nuevas teorías y construcciones mentales; construcciones teóricas que revelaran nuevas fronteras donde enfocar el nuevo afán de saber. Me parecería una vida apasionante y muy lejos del asesino dogmatismo religioso que pretende hacernos creer en todas las estupideces contenidas en los libros llamados sagrados.
Y morir, sin más. Morirse simple y llanamente, sin desear trascendencia ni espiritualidad ninguna; nada de visiones beatíficas ni cielos ni infiernos. Morirse para convertirse, otra vez y como decía Carl Sagan, en materia estelar. Creo firmemente en que es un destino completamente satisfactorio para un animal que, como especie, se está cubriendo de una hermosa capa de mierda.


1 comentario:

  1. ¿Crees que, de verdad somos so
    lo materia ? ¿Puedes definirme qué es para tí la espiritualidad pura, sin dogmatismos ni supersticiones ? Yo creo que es el motor que te hace reconocer la materia como algo maravilloso que nos descubre cada día cosas sorprendentes. Creo que se puede convivir con las dos sin problemas. A mí también me gustaría penetrar en los misterios del Universo pero siempre me ha dado cierta sensación de miedo y de impotencia.
    Parece que tú lo tienes todo muy claro. Deseo que tus convicciones te lleven a buen puerto y que no sufras por querer saberlo todo.
    a.m.

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