Ejemplo de la tecnología sostenible: el humilde y denostado botijo.
Los que ya somos un poco mayores nos hemos criado en lo que llamábamos la España del botijo; o de charanga y pandereta,siempre estigmatizada por una imagen de subdesarrollo cuya plasmación tomaba la forma de diferentes iconos: la boina, el refajo, el burro... y el botijo.
Hoy, cuando los residuos venenosos de la central japonesa llenan mares, huertos y organismos; cuando el CO2 señorea el ambiente y convierte la atmósfera en un polvorín de efectos invernaderos e inviernos inciertos, el ser humano vuelve sus ojos a la sostenible tecnología del botijo y valora sus enormes ventajas.
El botijo –que cuenta con un lugar destacado en el ranking de la NASA sobre tecnología eficiente- es, en si mismo, el paradigma completo de lo que deberíamos haberle exigido a la tecnología en lugar de creernos que todo nos salía gratis. Con un poco de barro y mucho ingenio, un poco de calor y poco más, el hombre construye una máquina cuyo rendimiento es inigualable.
Repasemos: sin consumir energía, es capaz de bajar la temperatura de un líquido muy por debajo de la temperatura ambiente sin desgastar sus componentes; conservando –incluso mejorando- las cualidades organolépticas del líquido contenido de una manera continuada y prolongada durante décadas sin siquiera generar huella de CO2. Vamos, que ignora eso de la obsolescencia programada y zarandajas semejantes.
Si a cualquier ingeniero industrial especializado en refrigeración se le pidiera el diseño de un aparato semejante, diría, sin duda ninguna, que es imposible. Pues esa es la gracia, que no sólo es posible sino que lleva siglos conviviendo con nosotros, que somos los mismos que hace décadas queríamos eliminarlo de nuestras vidas y hoy buscamos sus enseñanzas con la esperanza de que nos salve de la quema. Paradojas.
Hay toda una ciencia entorno al botijo, por ejemplo, no todos los botijos son iguales, la persona que tenía un buen botijo no lo soltaba ni debajo del agua.
ResponderEliminarMuchos no conseguían preparar el botijo para su primer uso, con la dosis justa de anís, en casa no lo logramos.
Si no sabias beber en botijo era un bochorno pues lo primero que te ofrecian al llegar era un trago, y beber por el lado de los niños, no.
Bendito botijo y su teecnología punta.
El primer placer que te brindaba un botijo era su contacto de barro fresquito. El segundo era saciar tu sed con un chorro de agua que humedecía tu reseca garganta haciénddote exhalar un profundo suspiro de satistacción y, por último, refrescar tu sudoroso rostro antes de devolverlo a su dueño con una sonrisa de agradecimieto.
ResponderEliminara.m.
me encanto, parte lo copie para mi foto, espero que no te moleste.
ResponderEliminarPues no se quien eres pero no solo no me importa sino que me hace gracia.
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