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domingo, 3 de abril de 2011

Leviatán o el planeta

¿Es la tierra el actual leviatán que obsesiona nuestra caza?

Me deja mi amigo Josevi un libro muy interesante (Philip Hoare, LEVIATÁN o la ballena, de Ático de los libros) cuya lectura nunca le hubiera atribuido y que ofrece múltiples apoyos para irse por las ramas; para seguir el hilo de una historia que nos habla de la inconsciencia del hombre para aprovechar y explotar los recursos naturales y analizar los modelos económicos desde un punto de vista novedoso.
Nos habla Hoaré de un mundo que giraba alrededor de la ballena como ahora gira el nuestro en torno al petróleo. La ballena no pudo resistir la presión del hombre y el hombre tuvo que encontrar sustitutos para todos esos productos que, se decía entonces, no podían ser sustituidos.
¿Es el planeta ese moderno leviatán que rendirá su vida a la inconsciencia del hombre? ¿Será la tierra y sus recursos la encarnación del mito de Melville en su versión más amplia y enloquecida? ¿Serán nuestros residuos los que acaben de arponear el corazón de la bestia con sus venenos y su peso? ¿Inventaremos nuevas armas para matar a la bestia de la que, como Ahab, odiamos y necesitamos como soporte de nuestro aliento vital?
En los dos últimos siglos, nuestros arpones hieren la tierra como hirieron a la bestia blanca, a Moby Dick, y como ella la tierra resiste, pero no sabemos si ya está herida de muerte: nuestra codicia la habrá matado envenenada. Pero es posible que todavía estemos a tiempo; que nuestro leviatán terrestre sea capaz de regenerarse; de sacudirse nuestra ponzoña en las limpias aguas del océano y resurgir de nuevo limpio y nuevo.
Como las excrecencias que colonizan la piel de las ballenas, el hombre ha colonizado la tierra y ésta debe limpiarse, debe rascarse contra las piedras del fondo y olvidarse de los molestos percebes que invaden su cuerpo. El hombre se ha convertido en un hijo enloquecido que acaba con la vida de su propia madre y, si las enseñanzas de Melville son ciertas, el Leviatán acabará con nuestra locura y nos ahogará enredados en nuestra propia inmundicia.
O eso, o abandonamos el moderno aceite de ballena en favor de otros recursos que no impliquen la muerte del Leviatán. Podemos hacerlo y si una vez salvamos a las ballenas, hoy deberíamos ser capaces de salvar al planeta.
Es lo que pasa cuando leemos cosas que abren tantas ventanas: aunque errados, la especulación es divertida.

1 comentario:

  1. El hombre ha destruído muchos recursos que la tierra nos brinda con generosidad y millones de personas mueren de hambre por el mal aprobechamiento de las riezas mal explotadas y peor distribuídas. Mordemos la mano que nos dá de comer y eso tendrá su castigo algún día.
    a.m.

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