Se levanta otra bandera que se teñirá de sangre estúpida más que inocente.
Leo que el Vaticano se vuelca en apoyo de esta nueva nación surgida de la escisión del antiguo, grande e islámico Sudán. El gobierno del norte amenaza con el bloqueo de los puertos, con endurecer la aplicación de ese absurdo de la “sharía”; amenaza con todo y la razón de todo, otra vez, es una concepción religiosa excluyente, fanática y, para mi, incomprensible.
Si en Google introducimos la búsqueda “guerra religión” nos ofrece la friolera de, y soy exacto, 47.400.000 resultados, pero ninguno de los que he podido consultar hace el sumatorio, aunque sea aproximado, de los muertos acumulados en esas guerras a lo largo de la historia. Por supuesto, sería infantil negar o no querer darse cuenta de que la raíz de todo conflicto, enfrentamiento o diferencia observada en las sociedades humanas es el dinero y la economía; la base real del poder, pero la justificación habitual y con más éxito a lo largo de lso siglos, ha sido la religión.
Y ojo con las configuraciones geográficas, que los blanquitos occidentales siempre tenemos tendencia a mirarnos el ombligo y en este caso, eso es lo mismo que perderse la mayor parte del paisaje: Oriente y la América precolombina acumulan fiambres a espuertas, así que no nos cerremos en los habituales contendientes en la arena de Europa y del oriente medio.
La base es económica, pro nadie aprende a odiar al dinero: es más fácil odiar al otro, al que tiene otros dioses; al que se apropió de la tierra, o de los campos, o de la tierra: del dinero. Al servicio de ese dinero y de ese poder las religiones se han convertido en perfectos instrumentos para montar guerras, establecer diferencias y movilizar a las masas para que se conviertan en carne de cañón.
Hoy es Sudán, ayer fueron Palestina, India, Bosnia...y más temprano todavía Europa se cubrió de sangre en las guerras de religión. Los ejemplos son tantos que parece mentira que la humanidad no haya aprendido a defenderse de algo tan simple y que tantas veces se ha puesto en evidencia cuando el poder se ha valido de esa palanca. Un instrumento, la religión, consigue instrumentalizar al hombre y establecer la lucha de la que se beneficiarán algunos.
El Vaticano apoya a unos, el petróleo de los ricos países árabes apoyarán a los otros, algunos venderán armas y ganarán dinero y los gobernantes de todos verán bendecido su poder y su influencia. No aprendemos.
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