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viernes, 22 de julio de 2011

Historias de la historia

¿Hay que destruir los hechos para inventar una historia?
No parece muy lógico.
Reconozco que me gusta, que me ofrece la posibilidad de acercarme a lo cotidiano con una comprensión distinta, más completa y me permite evaluar la realidad de una forma distinta de la que observo a mi alrededor. La historia es una ventana que, mucho más que a nuestro pasado, debería darnos una cimentación más sólida para el futuro. No es cuestión de insistir en aquello de “repetir la historia que se desconoce”, pero si de empezar a poner determinadas cuestiones nacionales en su justo término.
España se ha organizado con una estructura administrativa compleja en la que, sin tapujos y sin paliativos, nos hemos perdido: hemos perdido el norte, el sentido común, la lógica de la gestión y, lo que es mucho peor, hemos perdido la verdad de nuestra historia. Los pueblos evolucionan y acaban siendo lo que ellos demandan y desean ser; las sociedades cambian y evolucionan y aspirar a un futuro distinto al presente no es malo, es normal, es lógico e incluso loable. Forzar la historia para justificar la demanda de un cambio futuro basado en al mentira, es falaz, peligroso y supone cimentar el porvenir de las futuras generaciones sobre la mentira. Mal comienzo.
¿A que viene todo esto? A lo que voy leyendo de tarde en tarde sobre lo que los actuales libros de historia que manejan las diferentes autonomías y que, sin otro calificativo, mienten descaradamente sobre la realidad histórica de España. Hablar de la Corona Catalano– Aragonesa es, directamente, una grosería, una mentira con todas las letras y un engaño que intenta justificar no se que gaitas de derechos históricos inexistentes basados en esa falacia y por tanto, imposibles de considerar. ¿Tienen miedo los independentistas de reivindicar la libertad para edificar un futuro fuera de España, pura y simplemente, sin tener que recurrir a inventarse una historia inexistente?
Lo del País Vasco es de aurora boreal y no quiero recurrir a ejemplos, pero es que la imbecilidad del modelo se ha contagiado a todas las administraciones que tratan de reinventarse en una jerarquía pretendidamente superior sin darse cuenta de que la historia es; sólo es sin que se deba ver afectada por una valoración cualitativa realizada a la luz de la realidad actual.
¿Por qué, según la Generalitat, hay que dar a luz un engendro histórico que jamás existió? En España hubo un Reino de Aragón y un Conde de Barcelona. Punto, fuera y se acabó. Ambos títulos funcionaron y se mantuvieron dentro de una unidad funcional muy al uso de la época, plena de alianzas, follones testamentarios y sumisión a las diferentes cortes, nobles y burgueses. ¿Es peor esa realidad que otra que ahora se inventa? ¿A medida de que? ¿De una independencia soñada por algunos? ¿No es más fácil decir que se quiere construir un estado independiente, simplemente porque no estamos conformes con el actual sistema? España es lo que es y nuestros reyes, a lo largo de la historia, han tragado quina con fueros, juramentos varios y rogativas para que las distintas cortes soltaran la pasta que necesitaba la corona. De esas rogativas podría escribir tratados muy largos Carlos I de España y V de Alemania, que estuvo toda su vida pasando la gorra de corte en corte. Para que nos hagamos idea de lo que nuestros reyes asumían, reproduzco el juramento que tomaba al nuevo monarca el llamado Justicia de Aragón: “Nos, que valemos tanto como Vos, que no valéis más que Nos, os juramos como Príncipe y heredero, con la condición de que conservéis nuestras leyes y nuestra libertad, y haciéndolo Vos de otra manera, Nos no os juramos" .Es verdad que hay matices y diferencias en función de las fuentes consultadas, pero el espíritu de todos ellos es el mismo: no te pases ni un pelo, que te la juegas.

Conclusión de todo esto: que cada uno reivindique y construya el futuro de la mejor manera posible según su leal saber y entender, pero que dejen en paz la historia, que no tiene nada que ver con esas mezquindades.

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