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miércoles, 20 de julio de 2011

Don Tancredo

El secreto: No moverse, como Rajoy.
Juro que sigue sin apetecerme nada escribir sobre política, pero es que no hay forma de escaparse del acoso de una actualidad infumable cuya figura más destacada, por su absoluta inmovilidad, es Mariano Rajoy. Este gallego impasible no altera el gesto por mucho que, a su alrededor, el mundo explote, sus peones se alboroten o al jefe de su jefe se le desmorone el imperio.
Rajoy ha hecho de la inacción un verdadero tratado de la gestión política: Camps será juzgado en vista oral y Rajoy no dice nada, lo que demuestra que sabe ser agradecido y que la presidencia del partido es una deuda enorme que debe pagar y amortizar convenientemente.
Las últimas acciones judiciales de la cuadrilla ponen los pelos de punta al reconocer el delito y pagar la multa con tal de no ser juzgados. ¿Que podría pasar en el un juicio que nadie quiere?
Cospedal boicotea su propia comunidad (ni me creo lo que decía el de antes ni me creo su actual versión de la contabilidad) y coloca a un protogolpista al frente de una televisión que nunca privatizará, y Rajoy calla. En Asturias se le descojona el partido y Cascos alcanza la presidencia pero Rajoy permanece imperturbable mientras que en Extremadura el candidato de su partido hace un discurso de investidura que si lo hiciera el PSOE hubiera levantado clamores de crítica y Rajoy no dice nada.
La financiación de su partido se basa en una chorizada continuada y asediada por la justicia, pero no pasa nada; según su opinión –y la de casi todos – necesitamos un nuevo gobierno, pero no es capaz de dar un paso al frente y presentar una moción de censura que genere esperanza y alegría; solo nos ofrece el silencio más profundo. Que no diga nada del escándalo que amenaza con hundir el imperio Murdoch en el que trabaja su jefe, Aznar, es normal.
Rajoy encarna perfectamente esa máxima que aconseja “resistir es vencer” y resiste sin hacer nada y diciendo lo menos posible, no vaya a ser que nos demos cuenta de que, o no tiene nada que decir, o lo que tiene que decir es algo que no nos va a gustar.
Como prueba de que no me apetece nada la política, he tenido que mirar para ver si entre el 17, fecha en la que escribí lo anterior, y hoy, ha habido novedades y no hay nada nuevo, salvo que Camps comparece ante la prensa a las cinco de la tarde. ¿Para decir? Veremos, así que espero a publicar la entrada a tan fasto acontecimiento, que se producirá sin que, a estas alturas, Rajoy se haya pronunciado públicamente sobre la cuestión.
Pues ha habido noticia: Camps ha dimitido y la prensa, que no su presencia, habla de “presiones del PP de Madrid”. Silencioso Don Tancredo, que se ha salido con la suya: el PP mantiene la Comunidad Valenciana y el se libra de un incómodo tutor. Desgracia para los valencianos que dan por buenas las conductas delictivas sin castigarlas en la urnas. En definitiva, otro cacao en el que Rajoy no ha dado la cara, no se ha manifestado y que, como los expedientes en la mesa de Franco, ha pasado de lo muy urgente a lo antiguo sin que él haya tenido que hacer nada. Un verdadero mago de la inmovilidad.

1 comentario:

  1. La furia del "dimitido" debe ser de categoría. Pero las órdenes son órdenes y... a callar.

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