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miércoles, 6 de julio de 2011

El Power Point como arma de destrucción masiva

Proyectado a 20 metros en una pantalla de 2 x 2 es ideal para que nadie se entere de nada.
Pues esto es lo que hace la gente cuando quiere contar algo a un auditorio : "pa matarlos"
Hoy, a pesar de que la señalada fecha y los deberes impuestos por los amigos de la comida me obligaban a denostar contra los toros y los encierros de San Fermín, me rindo a lo ilusionante de la noticia y cambio de tercio con agilidad para sumarme a una iniciativa encaminada a salvar el intelecto de la humanidad. Y juro que es verdad.
Para lo no iniciados en su consumo, el Power Point es un programa de Microsoft pensado para ayudar a presentar con claridad, amenidad y eficacia ideas, situaciones y estrategias en entornos empresariales, educacionales y, en general, profesionales. Esto, que en principio pinta bien y todos podemos percibir como una ayuda y un instrumento acorde con los tiempos, se ha convertido en una herramienta de tortura, arma de destrucción masiva y azote de la inteligencia.
Me explico, por si alguien - que supongo que todavía existe algún espíritu seráfico que no haya tenido que verse sometido a sus efectos – no ha tenido la ocasión de comprobar sus nocivos efectos. Lo habitual en congresos, seminarios, presentaciones y reuniones es que alguien, normalmente el torturador en jefe, pida disculpas porque, ante lo imprevisto del acto –el muy cabrón sólo ha tenido seis meses para preparar media hora de presentación o es la vigésimo cuarta vez que hace la misma en semana y media – sólo ha tenido tiempo de preparar “algunas” diapositivas que le ayuden a explicar sólo lo más importante de...(léase producto, investigación, resultados de la acción etc). Esto te lo dice un miserable que deja ver, en la pantalla, que el  muy asesino está dispuesto a largarte la friolera de 65 “diapos” y pasar olímpicamente del programa del congreso, en el que figura que su intervención no tiene que durar –todo incluido – más de 30 minutos.
Empezamos mal,  pero es que eso suele ser el anuncio de un desastre aún mayor. Te pongo en situación: el auditorio está oscuro y la pantalla – de un máximo  de 2 x 3 metros -se encuentra colocada a unos 15 o 20 metros de donde tu estás, así que – si tienes suerte y ves bien de narices – podrías llegar a distinguir titulares destacados en negrita y letra grande. En lugar de eso, el torturador que ocupa la tribuna, se ha dedicado a colocar gráfica tras gráfica con miles de datos, barras, rayas, colores y, por si todo eso fuera poco, algunos minúsculos textos con los que pretende resaltar algo. (el ejemplo que encabeza la entrada es muy ilustrativo de lo que comento) Como es lógico, todo ello aderezado con un tono monocorde y plano capaz de poner a dormir a un carnero en celo en pocos minutos.
La conclusión es que ya hay millones de damnificados por el mal uso de un programa audiovisual que debería servir para reafirmar y subrayar, de la mejor forma posible, ideas concretas y conclusiones emanadas de un discurso ameno, bien estructurado y ejemplarmente expuesto.  ¿Y cual es la razón de tanto daño? Muy clara: apoyados por miles de diapositivas, cuadros, datos, imágenes y videos que ellos creen que disimulan sus carencias,  miles de personas que jamás soñarían con enfrentarse con un  auditorio “a cuerpo gentil” se sienten protegidas y capaces de exponer algo pensando que no se van anotar sus enormes carencias. Y por si esto fuera poco sostén, les ayuda una sala en penumbra que no facilita el adecuado contacto visual; un micrófono que amplifica su escasa y poco dotada voz; un auditorio cautivo que no está facultado para tirarles piedras o auto protegerse de la agresión mediante un linchamiento espontáneo. Se ha consumado, una vez más, la tragedia.
Bueno, pues ya ha surgido una asociación – a la que me apunto de manera inmediata y aconsejo a todos que hagáis lo mismo – para protegerse de las nocivas consecuencias del uso de la herramienta: http://www.anti-powerpoint-party.com/participate/voluntary-helpers/
Es fundamental exigir un mínimo de educación, primero, y buen gusto, después, para entender que los que escuchan son seres humanos que merecen respeto y que no podemos abusar de ellos por el mero hecho de estar cautivos en una sala y haber pagado una inscripción o haber dado su consentimiento para que les contemos algo, por favor.
Eso en cuanto a las exposiciones, que sobre el perverso efecto del programa en la gestión, cabría la redacción de un tratado de no menos de 10 tomos. Como resumen, os puedo asegurar que hay muchos que confunden dirigir una empresa con hacer un Power Point que mandan, enseguida y sin consultar a nadie, al cuartel general de la multinacional de turno. Con eso, los muy gilipollas se creen que han descubierto el Mediterráneo y que ya está todo arreglado. Después pasa lo que pasa, pero eso es otra historia.
Por favor, que les quiten la licencia de uso – o de armas - a todos estos terroristas de las ideas y de la oratoria para que podamos volver a inscribirnos en congresos, o acudir a reuniones con un mínimo de garantías de supervivencia.

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