Un tren ha descarriado y hay muchos muertos. Es una tragedia. Si. Es una pena. Si. A partir de este punto, el papel de los medios de información empieza a ser lamentable y más cercano al morbo más mezquino que a la información seria, profesional y adecuada.
Del hecho, muy triste y muy trágico, creo que interesan las causas, los posibles remedios para que no se vuelva a producir; los informes periciales y las medidas que tome la administración para que nunca vuelva a ocurrir algo semejante.
No quiero ver fotos de menores en brazos de bomberos ni conocer historias personales cuanto más truculentas mejor. Si quiero que los medios, todos, pongan de manifiesto el excelente papel que ha tenido el estado, esa administración de base encarnada en policías, bomberos, secretarios judiciales, forenses, sanidad pública y todos cuantos, con independencia de sus responsables políticos se arremangaron y trabajaron como galeotes para que el daño fueran paliados en la medida de lo posible.
Eso me interesa, pero me temo que, como en el caso del Prestige, la marea pasará y tardaremos años en saber que no existe ningún protocolo de prevención y que los políticos se habrán escaqueado como señores a la hora de asumir responsabilidades.
¿Han influido los recortes en este accidente? ¿Si las medidas de seguridad hubieran sido las mismas del AVE hubiera sucedido? ¿Puede un fallo humano evadir medidas de seguridad automatizadas? ¿Cómo? ¿Por qué? y por favor, sin especulaciones: todo basado en informes periciales, técnicos forenses y demás profesionales cualificados ajenos por completo a la dinámica putrefacta de la política patria.
¿Estamos de acuerdo? Pues eso
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