Para las egipcias, el golpe significa recuperar sus vidas. Vale la pena.
Egipto vive las consecuencias de un golpe de estado, así, sin demasiados paliativos y sin muchos matices. Un ejército ha usado sus armas y su poder para derrocar a un gobierno y eso, si consideramos los titulares, es malo y no debe ser consentido, aplaudido o apoyado. Y eso es aplicable a los diferentes golpes de estado que en la historia han sido, esos que se levantaron en armas contra los gobiernos democráticos votados por sus ciudadanos.
Si la cosa está tan clara y es tan nítida, ¿por qué tengo tantas ganas de aplaudir lo que han hecho los militares en Egipto? ¿Cual es la razón por la que veo ese movimiento como un giro hacia la esperanza? Por el sesgo auto golpista que los Hermanos Musulmanes le habían dado a su acción de Gobierno.
Egipto ha visto nacer un régimen islamista que avanzaba hacia la sharía, hacia la persecución de la mujer, hacia el terror. Las mujeres habían ayudado a derrocar al régimen anterior y los musulmanes se apoyaron en movimientos civiles para imponer, desde el gobierno y usando el aparato del estado de forma malévola, una dictadura religiosa al estilo de Irán o de Afganistán.
Acepto mis contradicciones, asumo que este aplauso puede ser una trampa, que no no hay que justificar el medio apoyando fines, pero salvar del horror y la esclavitud al 50% de la población de un país me parece que merece la pena y que, aunque el medio sea un poco rarito, si puede justificarse.
Se confirma que la religión acaba fastidiándolo todo, no hay duda
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