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martes, 11 de enero de 2011

Causa y efecto

Es una secuencia tan sencilla, tan elemental y tan lógica que nadie, en su sano juicio, se plantea cuestionarla. Y sin embargo, esa sencilla asociación entre una causa y su consecuencia en el mundo físico, el efecto, hace años que vive arrinconada en una defensa numantina sin posibilidad de triunfar. Nuestro pensamiento es lineal; nuestra experiencia en el mundo físico también lo es y, consecuentemente, nuestra forma de pensar, nuestros planteamientos filosóficos y nuestras construcciones mentales y religiosas, se adaptan mansamente a ese universo mental unidireccional que nos lleva a la construcción de leyes sobre los parámetros definidos por ella.
Pero...hace ya más de un siglo que la mecánica cuántica amenaza nuestra tranquilidad mental con principios de incertidumbre y con paradojas para las que no estamos preparados. Tanto es así, que sus planteamientos básicos todavía no han trascendido y no han conseguido difundirse con la rapidez y extensión de otras construcciones prácticas y teóricas menos potentes, pero más fáciles de incluir en nuestro mundo.
La pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué un modelo teórico tan potente, con tantas aplicaciones prácticas y con un potencial tan enorme, es tan desconocido? Antes siquiera de plantear la respuesta, me veo obligado a repetir un anuncio: Lo más seguro es que lo que yo entiendo cuando leo cosas relacionadas con la mecánica cuántica configure un error monumental y que no me acerque a la verdad ni de lejos, pero....me lo paso bomba y con lo que elaboro en mi coco me basta para disfrutar como un enano, así que seguimos con mis desvaríos y aquí paz y después gloria.
Dicho lo anterior, la respuesta que más me llena es que esa parte de la física ataca de forma tan directa toda nuestra experiencia vital que preferimos, como colectivo, seguir en el imperfecto mundo conocido que explorar los enormes horizontes de lo incierto. Y esa incertidumbre ha causado malestar hasta en genios como Einstein, que no podía soportar las derivaciones de algunas observaciones y construcciones.
De la mecánica cuántica nos van a llegar los nuevos paradigmas de cálculo de los ordenadores cuánticos, con un potencial infinito que trasciende las limitaciones del planteamiento binario. La mecánica cuántica acepta más posibilidades que unos y ceros para colocarse cerca del “tiende a”, lo cual es sorprendente. En cuanto a la tele transportación, las alternativas ofrecidas por la realidad de los fotones entrelazados ya empiezan a convertirse en hechos y se ha conseguido una limitada, pero esperanzadora, ejecución práctica.
Si esto es tan revolucionario en el plano físico, imaginemos las alternativas y posibilidades que ofrece el dominio de sus principios para el desarrollo de un pensamiento puro basado en la ausencia de una causalidad directa en los fenómenos físicos. Si el gato de Schrodinger, un simple gato, puede estar, a la vez, vivo y muerto creando dos realidades simultáneas y paralelas que el observador no conoce, imaginemos lo que puede estar pasando ahora mismo debido a la interacción de todos los sistemas complejos que conforman nuestra “plana y simple” realidad.
La mecánica cuántica simplemente amenaza nuestra concepción del mundo físico, pero volatiliza cualquier construcción o creencia religiosa. Cualquier realidad basada en los principios de la incertidumbre cuántica ataca, frontalmente, la idea de una creación planificada; mata al relojero universal y convierte al magnifico y omnipotente creador del monoteísmo en poco menos que un borracho enloquecido que siembra universos conforme se desplaza haciendo eses camino de la cama.
Me divierte pensar en la evolución del futuro pensamiento humano una vez asimilados y convertidos en cotidianos los principios cuánticos en su conjunto; me apasiona pensar en las proyecciones intelectuales que seremos capaces de hacer a medida que experiencia, conocimiento y pensamiento, vayan aprendiendo a caminar juntos como aprendieron hace siglos con el despertar de la ciencia.
Como siempre, el ser humano será capaz de reinventarse a si mismo y darle a su posición en el cosmos un sentido cada vez más acertado y real; mucho más cercano a la esplendorosa nada de la que tanto huimos. Lástima no verlo, pero tampoco pasará nada, pues mi ausencia evitará que la distorsión de mi presencia modifique la realidad futura. Eso que gana el futuro.

2 comentarios:

  1. Llegados a este punto no creo que tu presencia o tu ausencia distorsionen ni cambien nada. De
    momento lo que vale es el presente y lo que hagas ahora. Siempre quedará algo de tí, de tus ideas y de tus acciones.
    a.m.

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