Esta es una de las estupideces que convivieron con las Quintanilla de Onésimo Redondo, La Almunia de Doña Godina, Ferrol de El Caudillo. Si es que no había por dónde cogerlos.
La entrada de hoy será corta, tan corta como el genial resumen del franquismo que hoy, en la inauguración de una exposición muy bien estructurada sobre la obra de Forges, “Los forrenta años” ha hecho el propio autor: “el franquismo al final, no fue más que una estupidez, una enorme estupidez”.
Ya se que se pueden añadir miles de adjetivos a ese resumen: desde trágico, hasta sangriento, pero la esencia no cambia. Todo fue estúpido: las formas, los fastos, las enormes mentiras que nadie creía, la censura, la imposición de mascaradas vacías y absurdas, la falsa religiosidad mezclada con las putas “de toda confianza”, la autarquía, los gasógenos: una inmensa estupidez por la que pasó el tiempo hasta convertirla en tragicómica astracanada culminada por la lectura del testamento de su protagonista a cargo de un llorica que había convertido Málaga en un corral de matarife.
Hoy, cuando algunos tratan de presentar esa época vestida de lo que nunca fue, conviene que alguien, con la genialidad y la claridad mental de Forges, coloquen cada cosa en su sitio y que nadie se confunda: no se puede salvar nada. Repito nada. De aquella época lo único meritorio, ejemplarizante y heroico fueron las vidas de tantos y tantos que trabajaron como galeotes, lucharon contra todo y levantaron las vidas de sus hijos mientras unos jerarcas vesánicos se dedicaban a sus estupideces mientras el país sufría la pena negra. A ellos mi admiración, a los otros el desprecio que merece el verdadero nivel de sus actos.
Gracias por el aviso, maestro.
Hoy se prohibe, entonces se anhelaba.
Toda la razón a mi amigo, pero...
ResponderEliminarlo que queda por decir, ¿quien lo dirá ?.
a.m