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jueves, 7 de abril de 2011

Solos

El colmo de la mala educación: en doble fila porque es más cómodo que aparcar, aún habiendo sitio.
Esa es la España de los solos. Al resto que le vayan dando.

España se ha deslizado por la pendiente de la más absoluta mala educación; España se ha llenado de “solos” que transitan las ciudades como si no hubiera nadie más en el mundo. Los principios de la educación se basan en intentar conseguir que muchos de nosotros podamos vivir juntos sin molestarnos, sin que nuestras acciones supongan que los demás tengan que sufrir consecuencias negativas por su desarrollo.
España se ha llenado de solos, de gente que para el coche cuando y donde quiere, de otros que, al dejarlo en doble fila, sienten que solo sus intereses cuentan porque “están trabajando” como si los demás mortales estuvieran paseando por la ciudad. Son los solos, los mal educados, los groseros que reivindican su derecho a ser mal educados en lugar de avergonzarse por ello.
Podemos verlos en multitud de circunstancias: entran en ascensores sin dar los buenos días; o pasean por las oficinas como si no hubiera nadie; se colocan en el carril izquierdo sin adelantar por la simple razón de que les es más cómodo sin pensar en las molestias.
España es grosera, mal educada, desconsiderada y los extranjeros se dan cuenta de ello: no saludamos, las cosas no se piden por favor, nos hemos olvidado de sonreír y nos hemos olvidado de que pensar en los demás y en hacer lo posible para que su vida sea mas fácil, agradable y cordial.
España está llena de solos que viven la vida con cara de ajo, mala leche y ganas de molestar. Una verdadera lástima.

1 comentario:

  1. Llevo muchos años pidiendo que se restablezcan los buenos hábios de una educación que haga nuestra vida más agradable. La buena educación, la "ur banidad" como se llamaba antes, se mama y no se olvida y nos ayuda a pensar en lo que puede gustar o molestar a los demás. Sé que esto es anticuado pero no hay nada que hiera más que la grosería que hoy impera. Las malas contestaciones en vez del diálogo, las palabras soeces repetidas hasta la saciedad hacen imposible un diálogo ameno y agradable del que se podría disfrutar normalmenteincluso en circunstancias adversas
    Los nervios, la ansiedad y las prisas nunca serán excusa para olvidar las buenas costumbres.

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