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domingo, 14 de octubre de 2012

Los jinetes del norte


Cabalgando el viento del norte que anuncia el invierno.

Ya han llegado. 
Ya he podido ver la primera avanzadilla volando al atardecer mientras iba en la moto.
Es hora de mirar al cielo por encima, muy por encima de la línea del horizonte, allí donde el viento del norte corre veloz llevando consigo a sus jinetes, las aves migratorias que buscan el sur y su calor; las dulces aguas donde el pasto crece en invierno; las ricas dehesas que alimentan a las garzas ladronas que engañan a los cerdos en la niebla de la mañana; el sur de más lejos, del lejano sur africano con el que algunos soñamos dejando que ellos, los jinetes del norte hablen de nosotros con las tierras que no veremos y con esos cielos que nunca calentarán nuestros hombros.
Son los mensajeros de los fríos, los millones de aves que estos días pasarán sobre nuestras tareas cotidianas sin dejarse contaminar de nuestros afanes. Es posible que unos miles de años atrás alguno de nuestros abuelos esperara su paso para fijar un nuevo rumbo que asegurara comida y sustento, resguardo y calma para su grupo a la espera de los hielos.
Ahora ni siquiera los vemos, pasan anónimos y lejanos y nadie hace caso de sus cuentos y sus mensajes, de las noticias que vienen del norte y de las tundras heladas, de los someros lagos llenos de larvas y flores efímeras con las que hacerse livianos para poder volar con el viento del norte camino de encontrarse con ese sol que se mueve más alto en el horizonte asegurando el calor.
Estos días mirar al cielo y dejar que esos jinetes os abran los sueños; esos sueños que habéis perdido sin saber muy bien dónde ni cuando pero que acudirán a vosotros de nuevo al contemplar, tranquilos, el viaje de los jinetes del norte. 
Vale la pena, de verdad. 

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