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domingo, 7 de octubre de 2012

Turquía guarda la puerta

Turquía guarda la puerta


Hay una enorme corriente que llama a nuestra puerta y que amenaza con convertirse, na vez más en el detonante de una explosión incontrolada. La llamada primavera árabe, esa que tan poco me seduce, mantiene el norte de África incandescente y el reflujo de la marea convulsiona a Siria y a su dictadura hasta implicara a Turquía.
Y eso ya suena distinto, porque Turquía no está sola y ante los aliados de Turquía se coloca la Federación Rusa con ganas de no dejar que esa zona se olvide su influencia, de manera que actores, escenario y guión se halan listos y dispuestos para representar una obra incierta cuyo final no está escrito.
La tentación es grande y hace tiempo que la larga crisis que arrastramos busca una salida fácil y las guerras suelen dar buenas oportunidades para escapar de los problemas. Los bombardeos de poblaciones cercanas a la frontera ha puesto a la OTAN en guardia y eso es grave. En el otro lado espera un Putin con problemas de popularidad y deseoso de colocar a su país en lo más alto del poder internacional y la zona le aporta papeles de protagonista destacado en busca del Óscar.
Ese extremo del Mediterráneo tiene algo especial, una atracción hacia la guerra y la destrucción de imperios demostrada desde tiempos de los Hititas. Ese nudo de comunicación entre oriente y Europa siempre ha ocupado un lugar central en los cambios de influencia. Allí se jugaron las primeras partidas entre Alejandro y Darío y hoy Alepo sigue presente, como entonces, en las noticias del frente.
Detrás, agazapados para reivindicar un nuevo renacimiento de lo más intransigente del Islam, todo el norte de África y los segundos actores con los que nadie cuenta: Sudan, Níger, Chad, Etiopía, todos ellos inflamados de pobreza, enemigos occidentales, cohesión religiosa e inmensas cantidades de olvido occidental.
Nos estamos jugando el futuro sin que parezca que nadie le de importancia, pero creo que la tiene y mucha.  


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