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jueves, 13 de octubre de 2011

Al mundo le falta un tornillo: lo que es, ha sido y será

Afortunadamente, es lumfardo con subtítulos.
Una delicia.

Debato conmigo mismo sobre el contenido de la entrada de hoy para elegir entre las enseñanzas de la letra de este tango tan estupendo y comentar la situación del tercero de nuestros democráticos poderes: el judicial. Tras pensar un segundo me doy cuenta de que es un debate absurdo y que los dos caminos llevan a la misma conclusión: a nuestra justicia le falta un tornillo y casi seguro, muchos más. De verdad, lo que este país es capaz de aguantar sobre la chepa debe darnos esperanza, que la cosa tiene miga.
Nuestros jueces, actuales asaltantes de las páginas de los diarios con tan poca normalidad como hace años eran ocupadas por militares protogolpistas, han convertido el tercer pilar del estado en poco menos que una pilastra de cuadra en la que mean los perros del pueblo. No hay semana, casi podemos decir día, en el que los jueces no nos pongan los pelos de punta: un día sabemos que un iluminado decide que llamar zorra a su zurrada mujer, no es un insulto sino una justa descripción de su mucha altura intelectual; otro es condenado a dos años de inhabilitación por un delito de prevaricación - el peor delito que un juez puede cometer -y el angelito del fiscal pide, tras la condena, un indulto parcial pues la pena es excesiva con respecto al mal causado. Y se queda tan ancho.
El Consejo General del Poder Judicial está formado por maulas anquilosados cuya única preocupación es lograr que el Tribunal Supremo, al igual que el Constitucional, transmita adecuadamente las indicaciones de los partidos sin tener en cuenta el mandato constitucional de independencia.
Una sala de justicia en este país tiene más peligro que una caja de bombas y hace falta, hace muchísima falta, que el tercer poder se ponga las pilas cagando melodías. Ni jueces ni fiscales hacen honor al poder y a la responsabilidad que la ley les otorga y de ahí la posición que ocupan en la consideración de los españoles: ninguna. Tenemos unos jueces que se han dedicado a las alharacas judiciales y procesales con absoluto desparpajo; las sentencias dictadas son motivo de rechifla y desprecio por absurdas, desfasadas y estrafalarias; el órgano rector lleva años de retraso tecnológico y no han considerado necesario hacer nada al respecto, salvo criar ratones en los cientos de toneladas de papel que nadie sabe lo que contienen. Luego un juzgado deja en libertad a alguien buscado en otro juzgado y...no pasa nada, salvo que otro alguien está criando malvas asesinado por ese primer alguien al que un juez cualquiera ha dejado en libertad a la espera de juicio por una causa menor.
Me es igual que los jueces que salen en las noticias sean de derechas, de izquierdas o mediopensionistas: los jueces deberían ser jueces y no confirmar la sentencia de Quevedo sobre sus carencias: "menos mal hacen los delincuentes que un mal juez".
Pues señores: malos jueces tenemos a manta y nadie hace nada para que la justicia se ponga a la altura de los tiempos, de sus obligaciones y de su papel en el ordenamiento legal de este país. Por si alguien se ha olvidado, nada nos hace más diferentes y menos iguales  que una ley mal aplicada o aplicada sin justicia.
Un despelote tan amplio como el desastre que canta Gardel. ¿A que parece que no ha pasado casi un siglo?

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