Hay que hacer muchos caminos y derribar muchas fronteras.
El mundo debe volver a ser la casa del hombre y nunca más una cárcel en la que vivir esclavo.
Parece que mañana el mundo quiere decir que no. Hay muchas negativas encerradas en ese no: miles y miles de seres humanos gritarán no y manifestarán su rechazo a muchas cosas. Unos desde una concepción política y otros desde otra, pero el mundo merece que le lancemos ese no a la cara; que el no de cada uno resuene como un latigazo en la espalda de la inercia que se ha apoderado de todo y contra esa indefensión que nos mata día a día sin reacción ni contestación.
951 ciudades y 52 países de este cada vez más estrecho mundo comunicado quieren decir NO. ¿A que van a decir que no? Cada cual llevará a cuestas miedos y frustraciones; esperanzas y derrotas; luchas y entregas, pero todos llevaremos la inmensa necesidad de intentar hacer que las cosas cambien. Muchos queremos que los que saben inventen otro mundo que sea posible; otros quieren derrocar cualquier institución contaminada -no saben que de la nada posterior surgirá, como siempre lo ha hecho, la fuerza de un fascismo o un populismo venenoso - y muchos queremos que nuestros políticos se den cuenta del peligro que supone intentar seguir gobernando de espaldas a los deseos mayoritarios de los ciudadanos.
Yo no quiero derrocar el sistema; quiero que el sistema, el mejor sistema que el hombre ha concebido hasta la fecha, funcione como tiene que funcionar. Quiero que la ética impregne la acción de nuestros políticos y recuerdo que esa ética no es de derechas ni de izquierdas; yo quiero erradicar la corrupción de nuestra vida pública y que ese rechazo impregne cada poro de todas las pieles de este país, demasiado acostumbradas a tolerar ese veneno con demasiada benevolencia.
Motivos hay cientos y vivir soportando las escandalosas consecuencias de esta escandalosa estafa no es fácil así que, por lo menos, mañana podremos pegarnos el gustazo de salir a demostrar que somos muchos los que queremos que las cosas se hagan como se deben de hacer. No es una corriente de "perros-flautas", no es un movimiento de cuatro desharrapados: es un movimiento bastante numeroso que quiere que el mundo sea distinto.
Al fin y al cabo ¿quien no quiere que el mundo sea mejor? Pues eso, a la calle, que se hace tarde. Y si alguien tiene miedo a la "manipulación" de los sindicatos o de los partidos, que no se preocupe, que mañana habrá muchísima gente de derechas que tienen tantos motivos como todos para gritar su particular no y el mismo derecho a hacerlo que los que son de otra cuerda. Con ellos también se cuenta, que esto debe ser cosa de todos, no sólo de los de un lado y la votación de verdad es el 20-N.
Dejo un video de la poesía de Gabriel Celaya (España en marcha) que esta vez sí, desde una postura de izquierdas, os llama a salir mañana y llenar las calles con vuestras voces:
No sé porqué Forges ha tuiteado este post. Pues ¡qué bien! No marco reacción porque no lo encuentro ni interesante ni ese "guay". Estoy completamente de acuerdo y voy a compartir. Por eso, mi apreciación sería "estupendo".
ResponderEliminarIsabel (agora25siglos)